viernes, 26 de septiembre de 2008
Tormenta
Que junts hem caminat,
en la joia junts, en la pena junts,
i has omplert tan sovint la buidor dels meus mots
i en la nostra partida sempre m’has donat un bon joc.
Per tot això i coses que t’amago
em caldria agrair-te tant temps que fa que t’estimo.
Amor particular - Lluis Llach
Vengo con el corazón en un puño, sobrecogido por la razón de que también Tormenta echa el cierre a su blog de lluvia y poemas. Y se me escapan los motivos que puede haber detrás, sé de gente que se cansa, que no puede seguir escribiendo porque ya no hay tiempo para eso, sé de otros a los que de repente se ven ante una obligación que antes no tenían y que no quieren tener, porque esto ha de ser vocacional y solo porque se tiene algo que decir.
Y yo estoy acostumbrado a vivir calamidades a través de los periódicos que al fin no son más que un filtro para aquello que quieren que sepamos y que nunca ocurrió exactamente como cuentan, por eso y porque las personas somos muy capaces de protegernos frente al exterior como desde dentro de un castillo, conseguí que nada me afectara especialmente.
Sin embargo mi mundo, limitado mundo de internauta que apenas saca los pies de casa hoy se resquebraja un poco, porque apenas visito los sitios de dos o tres personas en este intrincado laberinto de Internet, y siendo tan pocos hoy llega Tormenta y echa el cierre al suyo. Y esta noticia no vendrá en letra de prensa ni abrirá los telediarios, pero afectará a la cotidianidad de ese puñado de internautas ante el teclado, que buscaban saber que habrá rescatado en estas horas, para nosotros. Y ante este fenómeno inesperado, me duelo como si no fuera que empieza una nueva vida, sino como si nada más fuera el final de esta otra que le hemos conocido.
Y le llega a uno la impresión de que Internet queda más desvalido y solo, y con al menos un sitio menos que merecía ser visitado.
Entonces uno piensa si llegará el día en que deje de escribir también. Y entonces me doy cuenta de que, escritor sin novela ni más premios que los que ya obtuve, que se cuentan nada más en un puñado de amigos y algún detalle sin importancia llenándose de polvo en un armario a mil kilómetros, y sin embargo, pese a todo, soy lo que escribo.
Hasta tal punto, de que sin escribir no sería.
Sería si acaso otro.
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