lunes, 27 de octubre de 2008

La indecencia

Que suerte que te cruzaras por mi camino.

Duende del sur - Chambao



Alguien dirá que anda que no soy cansino ya con los políticos. ¡Déjalos quietos! Con el bien que hacen a la humanidad.

Hoy trae el periódico que el Congreso va a pedir explicaciones a los habitantes, a ratos, del Congreso sobre los negocios que arrojan beneficios fuera de las generosas retribuciones que se dan por ser político y nada más. Quieren comprobar que aquellas funciones ajenas al escaño no son incompatibles con las políticas, y no es que improvisen como en los reglamentos de la Fórmula 1, en el Congreso lo tienen todo bien detallado, con anotaciones en los libros, acerca de lo que se puede hacer y de lo que no. Cuando esa gente tomó el escaño el libro ya estaba acabadico del todo. Y perfectamente encuadernado. Faltaría más. Podría entenderse por tanto, que al ser una información relevante, al menos una lectura le habrán echado. Vamos en el tiempo libre en que no se dedican a arreglar el mundo empezando por este país.

Y sin embargo, se admiten apuestas, una buena cantidad de esos sujetos dará cruces en la máquina de la verdad, y resultará que no se dieron cuenta de que llenaban el bolsillo con algo que no debían, y entonces se harán los mártires, se taparán unos a otros y dirán que algo tuvieron que buscarse para no sentirse frustrados por pulsar nada más un botón en todo el día. ¿Usted sabe la poca cosa que me hizo sentir? Ya quedó dicho que tenemos una muy buena ministra de defensa, pero nadie explicó aún a qué dedica exactamente el día a día, ¿a evitar conatos de guerra en cualquier parte? Puede ser. ¿A comprar y vender sofisticado armamento? Puede que también. ¿A preparar el desfile de las tropas el día de la hispanidad del año que viene? Seguro.

Pero volviendo al reglamento de incompatibilidades digoo yo que algo de tiempo para leerlo han de tener. Glosaré esta frase con una experiencia que si no es personal podemos dar por buena por provenir de fuente de toda fiabilidad, y mía que no soy político. Me contó hace un tiempo un amigo de toda confianza que en cierta visita de Camps, hoy presidente de la Generalitat Valenciana, a la facultad de derecho de Valencia, alguien le preguntó que cómo era posible que en el pleno se sacara el periódico para leerlo mientras interviene la competencia política, es decir los que en campaña electoral aspiran al mismo sillón. Los adversarios a muerte y sin cuartel. El tipo respondió imperturbable algo que para mí fue el fin de mi fe en los políticos en general, aunque no sé si me viene ya de antes, sobre todo porque lo contestaba alguien que ha sido una mosquita muerta en su trayectoria política, que no ha hecho ruido y que si destacaba era por no destacar para nada. Gris y anodino como un trozo de pared de ladrillos.

- Es que tenemos que estar informados - dijo.

Y se quedó tan pancho. Al hombre no le daba ninguna vergüenza descolgarse con esa frase acerca de lo que hace y no hace en lo que debemos entender como su jornada laboral, aunque sea decir demasiado. Él en tiempo de "trabajo" lee la prensa, para estar informado.

Y no es la respuesta en sí lo peor de la escena, lo es que se atreva a darla como si eso tuviera que bastar, con esa chulería para callar la boca. Y delante de un montón de estudiantes de derecho y de profesores. De ahí salieron un buen puñado de votos, si señor.

A ese extremo llegamos hace unos años ya. Y ese hombre hoy es presidente de la Comunidad Valenciana. Puede que no tenga los chanchullos que atesora Fabra en Castellón, pero se retrató el día en que decidió responder a un estudiante como si fuera el más rápido del oeste.

Con lo poco que es y lo poco que vale.

Con lo político.

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