Un piso antes del séptimo cielo.
Peor para el sol - Joaquín Sabina
He estado leyendo sobre los orígenes de esta crisis. Yo la he notado en que compré los billetes de avión para ir a Valencia y ya contaba con la posibilidad de que Iberia hiciera un cargo por el doble, de forma temporal, cosa de dos o tres días. Lo hicieron otras veces. Sin embargo han pasado 10 y sigue el cargo duplicado, cogen el dinero y no lo sueltan, como un perro al que le lanzas la pelota, para recuperarla hay que quitársela de la boca, suceso que he hecho hoy, harto de tanta impaciencia. Y es que Iberia que vive su propia recesión, como toda compañía aérea, es de conservar las perras todo el tiempo que se pueda y un poco más.
Mira que yo no quería echar la culpa a los americanos, que luego alguien dirá que soy anti-norteamericano, y me cuadraba hace años con el Winter Games con el himno, pero es que al final tienen la culpa de casi todo. Y no lo digo yo, lo dicen casi todos los que saben.
Esta gente prestaba dinero a gente que no tenía claro si podría devolverlo o no, y no es que ellos mismos no lo tuvieran claro, es que los bancos los animaban hacia la hipoteca aún a sabiendas de que no podrían pagar, tarde o temprano. ¿Pero quién iba a pensar que un día los pisos bajarían de precio?
Ese es el "crash". Que los pisos tienden a valer menos porque no pueden seguir soportando esta ebullición de precios, comprar a un precio y vender dos años más tarde sacando 30.000 euros de beneficio es un fenómeno que no podía durar. Más que nada porque esos beneficios no se pagan con dinero de mentirijillas, se pagan con dinero de verdad, ese que cuesta ganar alquilando tiempo y vida a menesteres que uno no haría gratis, por amor al arte. Quizá porque todos los trabajos tienen poco arte y pocos artistas.
Así que cuando los bancos pueden acceder a los pisos que sus propietarios, que lo son solo en apariencia, no pueden pagar se encuentran con que esos pisos ya no valen lo que se creyó que valdrían siempre. Confiados a que algo así siempre subirá de precio, como los globos que los chiquillos llevan cogidos de un hilo, allí arriba gracias al gas.
Lo malo es que el globo se les ha escapado de las manos. Sube, sube y al final estalla.
Aquí en España uno se lo toma con calma porque está confiado a que estas cosas son cosas de mis mayores. Pero se acojona cada día un poco más cuando oye decir al ministro que los depósitos están garantizados
¿tan mal estamos que tiene presentarse ante la prensa para decir tal cosa?
Si lo normal sería que no se hablará de ello. Hágamos la bendita comedia del aquí no pasa nada. Todo estará siempre bajo control. Mira el fondo de mis ojos. Que habláramos de fútbol pensando que como los galos, estos americanos están todos locos.
Pero luego sale el presidente diciendo que se va a aumentar el fondo de 20.000 a 100.000 euros por depósito, y uno entonces se pregunta ¿no estaban garantizados?
Y entonces la recesión se hacer carne. Y la gente se inquieta. Y los bancos se miran con desconfianza, y la gente ya no se fía, porque los americanos fiaron por todos hace unos años. Tiempos de vino y rosas, de barra libre para lo que quieras. Se provoca una crisis de confianza que es lo peor que puede suceder. Cuando uno pierde la confianza en lo que le rodea o pierde la confianza de los que están con él, en la vida los tiempos de bonanza son seguidos siempre de crisis. Y no me refiero únicamente a la economía mundial. Está cogida con pinzas en el tendero a ver si le da el aire.
La cosa sería saber cuánto durará cada cosa, y que en el balance de todo pese más lo bueno que lo malo.
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