No conozco otra manera de vivir.
Conozco un lugar - Fito y los fitipaldis
Se murió Andrés Montes, el pintoresco fulano que decía aquello de Pegamento Gattuso, Espartaco para referirse a Reyes, tiki-taka y que se preguntaba porqué todos los jugones sonreían igual.
Yo no pensé que el tuviera demasiado afecto, ni siquiera me contaba entre los que lo habrían defendido si me hubiera encontrado a alguno de sus numerosísimos detractores.
Pero lo cierto es que la noticia me ha impactado. Me ha dado pena leer hoy que la vida no es tan maravillosa como nos contaba Andrés Montes, porque quien escribe ni siquiera prestaba atención a lo que él hablaba. Él no dijo que la vida fuera maravillosa, tengo la leve sospecha de hecho que en su afán de sorprender se hubiera quitado la vida, capricho de tener la moral subida en una montaña rusa, unos días en los cielos y otros por los suelos. O quizá le falló el corazón que era de andar perezoso, como un reloj golpeado.
Andrés Montes era definitivamente, con su vitalidad y su buen humor, alguien bueno para escuchar. Aunque no tuviera idea de lo que hablaba salvo en eso precisamente, única verdad absoluta, razón letra a letra:
"La vida puede ser maravillosa".
Que no es lo mismo. Que no es igual.
Ay, jugón, que retransmisiones más aburridas nos dejas, menudo hueco.
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