lunes, 5 de octubre de 2009

Olimpismos

Local hero.

Mark Knopfler



Nos hemos quedado con las ganas de Olimpiadas. Con el bien que nos hubiera hecho, con lo bien que lo habríamos hecho...

No al nivel de los chinos, pero es que ellos son muchos más, y con ese apego por el trabajo...

Tocamos todos los resortes, a todas las personas, hicimos lo máximo que podíamos hacer, como apropiadamente reconoció Jose Luis Rodríguez Zapatero, que es hombre mediano y muy dado a encontrar a diario sus propios límites, aunque a la fuerza de que lo crean mejor de lo que es se lo ha terminado creyendo y ya no escuche a nadie. Que no conseguimos que fuera Pau Gasol, que no fue tampoco Rafa Nadal ¡si Rafa lo habría conseguido! ¿qué duda cabe?

¡Todo el mundo está deseando hacer algo por Rafa!

Envíamos al monarca a convencer a ese grupo, ya lo dijo él sagazmente nada más entrar en la sala donde se repartían los miembros del COI.

- Yo me ocupo de los que estén cerca del mueble bar.

Y allí que se debió ir al sitio donde se deben cerrar todos los tratos, en la barra que consigue que la vida sea confusa y a la vez hermosa. Y se le fue empastando la voz con el transcurrir de las copas, en medio de abrazos de amistad sincera y alborozo por haberse vuelto a encontrar.

Y a la hora de los postres, que fue la hora de las presentaciones por España Don Juan Carlos tenía los ojos de quién lloró por amor o de quien se vería incapaz de conducirse sin tropiezo hasta la puerta, accesible siempre a sus folios donde leer lo que no podría aprender, menos aún en un inglés de imprenta, un inglés de español, que no necesita más lengua que la de Cervantes, pues si el Quijote está escrito ya, si Cien años de soledad tiene nombre y apellidos para qué leer una línea más, para qué escribirla. Para qué aprender, para qué olvidar. Al rey le basta y sobra con el castellano, faltaría más.

Gallardón se convirtió en el niño risueño que es como un mago de cuento al que la edad se le quedó entera colgando de las cejas. Con toda la pinta de poder hacer algún truco sin tener barita de magia. La barita que le sobra en los labios a Esperanza Aguirre hermanada esta vez en el mismo propósito, con el francés apareciendo como un milagro en su propia boca. Y Raúl trajo a las mentes el Real Madrid por cuanto significa traer a Florentino Pérez, que todo lo puede, cómo no va a poder traer las Olimpiadas a Madrid, que es lo que le falta ahora que somos incapaces de olvidar a nuestros propios muertos (que también las querían para nosotros).

Y como no hacer caso a Samaranch, que pide a sus colegas un último favor. Unas Olimpiadas para después de que se vaya que será después simplemente. Les recuerda sus muchos años y les dice que empezó su último suspiro, a ver cuanto dura. Que quiere dejar un legado, una herencia para los que vengan, para que lo recuerden, unas Olimpiadas que habrán de gestionarse en su ausencia.

Pero los europeos prefieren rotar los continentes. Prefieren a Lula pujante que resguarda en su corazón al presidente de Honduras. Y nos dicen que si acaso será a la tercera. Si tenemos moral y convicciones para tanto. Pero no lo será, porque ellos juegan al ajedrez y no piensan en la siguiente jugada, sino en la siguiente de la siguiente. Preparan un nuevo salto para el futuro, preparan su propia sede. ¿Ganar a Paris o Berlín?

En número de veces como candidatos, me temo. En ilusión desarbolada nada más.

Desencantan a la reina que es ciudadana del mundo con residencia en el Reino Unido, que no conoce la cama del rey desde los tiempos en que el país necesitaba urgentemente un descendiente varón que nos recordase la igualdad de sexos y personas. ¿Dónde habita la reina?

¿Cuál es el cuento de hadas?

¿Acaso se rompió?

Tienen ambos su vida hecha. El uno habla el inglés como si hablara el español, y ella habla el español en la lengua de Shakespeare. Yo creo que ya no se atienden.

No pueden juntos porque ya nada pueden juntos. Tampoco los otros en su único día de paz, ni tampoco Zapatero que no convence ni siquiera a los que no lo conocen.

Que pena que faltara Nadal. Era toda nuestra esperanza.

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