lunes, 1 de marzo de 2021

Un vistazo basta para hacerse una idea de las luces del ex rey Juan Carlos. Es suficiente oírlo hablar con esa voz entre gangosa y engolada. Es bastante si su mayor virtud, ser tan campechano, no es sino un eufemismo para no hablar de su falta de luces. Elogiarlo por ser tan llano era como decir que era tan tonto como cualquiera. Pero no es verdad, lo es más. No hay otra forma de verlo si los famosos 65 millones, que Hacienda conoció por la prensa, no fueron un regalo de amor sino un adelanto para una vida junto a Corinna Larsen. Una vida que solo soñaba él. Pues ocurrió lo previsible, lo que cualquiera hubiera visto venir. Con el dinero en la cuenta y sin título de reina de Rey Juan Carlos Corinna duró un suspiro. Así las cosas Juan Carlos era solo Juan Carlos. Un ser campechano, bien llano y nada más. Claramente insuficiente.

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