martes, 25 de octubre de 2005

"Nos" que importan

Si alguien me preguntará una razón, a bote pronto, que sostenga que algo se rompió y que no hay pegamento que lo arregle, yo no tardaría en responder. O tal vez la sensatez dependa de la puerta a la que llames. Mi pensamiento está tan condicionado por mis propios arquetipos...

Lo cierto es que la idea me la dio la tapa de mi "unidad central de procesamiento" (CPU). La tengo ahí detrás, al encima de un armario, hacía mucho que no la veía. ¿Qué por qué tengo abierta la caja del PC? Porque a veces la RAM falla y cambia el encendido correcto por un sinfín de pitidos. En ella pegué y ahí sigue, una pegatina con aquello de "No a la guerra". Al verla he recordado las pasadas elecciones generales y como se trataba de impedir que la gente acudiera con camisetas con ese lema. A algunos esa frase, que suscribiría inocentemente un niño educado en muy básicos valores les sentaba extraordinariamente mal. Al verla se sentían insultados, supongo que porque toda generalización es mala, y los "No" rotundos frente a lo que sea son esencialmente injustos. Todo debe ser medido de acuerdo a las circunstancias. Ya no se puede ser taxativo o rotundo en nada. Estar en contra de la guerra por principio es erróneo. Nada queda que sea indiscutible.

El día en que en una reunión de adultos alguien fue expulsado porque llevaba una camiseta de "No a la guerra", el día en que esa persona fue zarandeada y empujada hacia la salida, hasta echarlo, empezamos a perder el norte. Era un fundamentalista entre radicales de lo opuesto. Probablemente la brújula falló antes, cuando se decidió que otros intereses importaran más que las vidas humanas. Cuando los políticos entendieron el fascinante color de la política que no necesita de moralidad alguna. Solamente importa alinearse con los ganadores, saber escoger, ellos o nosotros.

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