martes, 7 de febrero de 2006

La belleza

Anda mi autoestima algo cojita. Pero no es un defecto congénito, simplemente camina por la calle con un pie en la acera y otro en el asfalto. Esperando la palabra amable, la mano amiga que rescata para lanzarse hacia delante; para seguir por arriba o cruzar a cualquier otro lado.

Hoy recibimos la visita de dos mocitas que eran y siento decirlo como el común de las muchachas que atraviesan nuestro umbral, esto es que si no existiera más belleza que la interior o la exterior visible a los ojos, y ambas fueran del todo incompatibles, nuestra puerta sería que ni la que guarda San Pedro. Todo bellísimas personas de corazón inmenso.

El caso es que se vienen donde yo y entre risas le oigo decir bajito la una a la otra, girándose:

- Pero qué guapo es.

Yo no di demasiado crédito a mis oídos por la falta de costumbre, porque entiendo cada día un poquito menos y porque me miro en el espejo todos los días. Pero el caso es que aquella transacción acabó con las chiquillas marchándose riendo y girando sus cabecitas hacia mí hasta que alcanzaron la misma puerta, así que terminé pensando que por qué no dirían eso. Después de todo es posible que ellas también perciban en los varones que el nivel está bajito (como mi autoestima), y en esa tesitura el tuerto (nunca mejor dicho) puede ser el rey.

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