domingo, 12 de marzo de 2006

Detalles y food-gol

Me levanté esta mañana y me bajé al kiosko a comprar el periódico. El País, que hoy además trae un librito de arroces. Que no se diga que si no me aplico es porque me faltan los medios. Como me dejen solo en la cocina me vuelvo un Ferran Adriá y termino poniendo mi toque de orégano a las papas embolsadas de siempre.

Ha pasado la semana y se me han quedado muchas cosas por decir, pero es que ¡ha habido tardes con tan poca gana!

Quería hacer sangre, si puedo, de Guti que hace dos años (o más) llamaba pueblerinos a los estupendos ciudadanos de Vila-Real (allí dejé algunas amistades). Ahora después de que Henry le demostrara a Ronaldo porque no hay que acabarse siempre el plato, uno se vuelve pesadete y termina pareciendo un veterano cansinamente fondón. Después de que al Real Madrid no lo vayan a ver sobrevolar Europa hasta la gira asiática del verano nos encontramos con un hecho peculiar que merece consideración. Los "pueblerinos" del Vila-Real tienen a su equipo entre los 8 mejores de Europa, ellos siguen en el juego. Aún tienen algo por ganar.

Guti podrá pensar que el que tiene boca se equivoca, que a veces las dan con queso o que, desde luego, es rematadamente imbécil. Pero le ocurre lo que al vestuario completo del Madrid, está acomodado. Tanto lujo, todas las necesidades satisfechas (hasta las de la cima, maldita sea) ;P

consigue que uno rebaje sus exigencias. Al jugador del Real Madrid alguien le dijo que llegar es lo máximo, ya no se puede ascender más. Ese día la vida de un futbolista alcanza su cénit. Desde ahí todo es decrecer. Y claro a estos no les ocurre como a aquellos que tienen que demostrar en cada nuevo proyecto lo bueno que son. Tienen contratos multimillonarios y largos. A ellos todo se la trae al pairo. Ganar o perder al final es algo tan efímero que para qué dar una carrera de más. Que la den los muertos de hambre que aspiran ocupar mi puñetera taquilla de la ciudad deportiva.

Parece además que el vestuario es un nido de víboras. Que allí no se habla nadie con nadie. Por lo que se ve algunos desconectan el audio cuando habla el entrenador, los entrenadores en el Madrid son como los resultados, como este rato, como esta tarde, un fenómeno fugaz, algo momentáneo con lo que hay que cargar. Pero al final pasajero, como la vida. Los únicos eternos son los jugadores porque ya lograron sus mayores metas, ese Madrid capitalino del fútbol, esos sueldos de tanto cero mareantes. En el fondo son unos anárquicos, convencidos de que de sus botas saldría el mejor fútbol si quisieran, pero no quieren. Por pequeñas cosas, porque a mi me consienten menos que a él. Porque yo quiero lo de él, porque yo quiero, porque yo...

Lo que ocurre es que esa creencia ya no la comparte nadie o casi nadie (Florentino ya no). Ahora todos ellos nos parecen viejos, gordos o amnésicos del fútbol.




Yo le tengo cierta simpatía a Ronaldo. No cabe duda de que es un fuera de serie en la mesa. Vamos que no abre la boca para nada. Si nos ponemos, nos ponemos. Y yo por menos de un venado no me pongo a masticar. Es un fuera de serie porque tiene crédito ilimitado. Aún le abren las puertas en Milán para que juegue en los dos equipos (Milán AC e Internazionale). Y cuando digo que le abren puertas es que se las abren en los mejores restaurantes. Porque a Ronaldo hay que saberlo tentar, un sueldo de galáctico, unas cuantas chatis de la noche milanesa y cubiertos de plata para comer hamburguesas.

(Joder, toy haciendo sangre de Ronaldo y yo quería machacar a Guti)

Pero de verdad que es un fuera de serie. ¿Cómo podría, de no serlo, convencer al staff médico del Madrid de que está en su peso idóneo? (Es que tengo los huesos mu pesados).

Porque imagino que todos esos médicos tendrán algo que decir ¿o no son médicos?

Salta a la vista que el muchacho anda con un sobrepeso de golosón de élite. Pero no se le contrató por su habilidad con los mantecados y sin embargo año tras año se mantiene con esa barrigueta de oficinista con silla de ruedecitas, para ir rodando a todos lados. Nadie lo ha metido en cintura (nunca mejor dicho). Pasan los meses y ninguno consiguió ponerlo a dieta. Nadie lo convenció de que repetir postre está bien para una vez a la semana, otra cosa es excederse.

Pero es un fuera de serie porque se liga a las modelos para hacer fiestas de compromiso en los castillos de Francia. Luego no se casa (joer, como todo hijo de vecino, es mu joven). Pero que le quiten lo bailau (aunque no tiene pinta de bailar demasiado).




Yo querría ser jugador del Madrid. Me haría amigo de Zidane que parece tener la cabeza despejá pero amueblá (no sé si me explico). Yo también haría comandillas para malmeter. Eso sí con mucho cuidado al escoger mis enemigos, que tener a Beckham enfrente puede ser peligroso, es una fuente de ingresos tan poderosa que podría ser la excusa perfecta para ponerme de patitas en la calle. Que si los jefazos de la directiva quisieran tomar medidas ejemplarizantes no sea yo el chivo expiatorio. A ver si pago yo por todos. Si al fin yo no tengo ni puta idea de jugar a fútbol (mal y pronto) como ellos.

Pero menudas bacanales nocturnas. Y los partidos al trán trán para no cansarse, nada más de pachanguita...





Lo dejo, que empieza la Fórmula 1.

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