Por cierto no quiero que se me olvide. El día que recogí a Sestea en Santander nos quedamos sin autobús para volver. Así que tuvimos que ingeniarnoslas. Tras encontrar que las 4 o 5 pensiones más próximas a la estación estaban completas terminamos durmiendo en la casa de la Pili que es una particular que compra teles de pantalla plana con sus ingresos por alquilar habitaciones de su propia casa. Nos cobró 40 euros y yo habría pagado el doble por evitar ese perro pequeño y feo que no paraba de ladrar.
No era pa fiarse la mujer. Casi mejor echar el pestillo. Que a veces los locos no vienen de fuera, están en la propia casa, pulsando los botones de la televisión terrestre.
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