Hay quien dice que fui yo el primero en olvidar.
Peces de ciudad - Joaquín Sabina
Los jueves suelen ser largos. Por eso no me muero de ganas de venir a contar nada. Pero no puedo evitar tener que comentar el nuevo hallazgo de Rajoy para ganar la carrera electoral.
Inventarse un contrato para los inmigrantes que recoja el compromiso de respetar las leyes y observar lo que podríamos llamar unas buenas costumbres. Que son más o menos las que observa Rajoy y sobretodo Esperanza Aguirre.
Por supuesto un desatino tan grande no es cosa solamente de Rajoy, seguro que detrás se ha movido el creativo aparato del Partido Popular con Acebes y Zaplana a la cabeza. Ambos son como los puños de Mazinger Z, separados del cuerpo avanzan sin criterio alguno. Y siempre terminan chocando contra algo, que por norma general es el enemigo.
Pero esta vez el desaguisado parece total. Con el tal Arias Cañete confundiendo la rueda de prensa con un aperitivo de aceitunas al sol. Dice que ya no hay camareros inmigrantes que te traen eficazmente los pinchos en un minuto, por mucho que tú los líes con peticiones dispares. Es mano de obra poco cualificada dice, y ni siquiera logra ya la eficiencia de antaño. Al hombre se le ve a la legua que es de buen comer, y que ha debido pedir de todo aquello aunque fuera para comerlo él solo. No debe ir sobrado de amigos, al menos fuera del partido. Claro que habla de que aquello supuso un crecimiento económico de baja calidad, pero crecimiento al fin y al cabo.
La idea de que esa gente que trae ahora la tostada y la trae fría, que se equivoca cuando uno la pide con manteca colorada y se la traen de otra manera pueda necesitar de la grandeza de nuestro sistema sanitario español ya le va gustando menos.
El quiere que le traigan las viandas inmigrantes que no se pongan enfermos, y si se van a ponen los podemos enviar a su país, o mejor aún, podemos añadir como condición del contrato de Rajoy que se comprometan a no enfermar. En España no.
Y si alguien se fía que vaya a ver los recreos de los chavales a las afueras de Madrid. Por lo que cuenta se le helará la sangre.
¿De qué cueva han sacado a este tipo? De verdad ¿de dónde sale?
¿Pero quién es?
Se retrata Rajoy que ha hecho de sus costumbres la vara de medir a las personas. Se retrata este elemento decorativo de partido, que por no querer agua le da al vino antes de presentarse ante la prensa. Vino Rioja español, gran crianza a juego con el sueldo. Y quizá por esa razón de más rabia que un tipo así se esté embolsando una fortuna mensual a costa de los ciudadanos, y de algunos que son almas de cántaro que donan parte de sus ingresos, aunque menores para sufragar los recibos de cualquier partido político.
Hay días en que uno preferiría no haber salido de la cama. Probablemente Arias Cañete los acumula a cientos, pero lo peor no es que se arrepienta él, lo peor es que nos arrepintamos nosotros de habérnoslo cruzado.
Yo he tirado muchos días, lo mismo que si uno los echara por el desagüe. Eran días sin historia, días no vividos.
El día 7 de febrero de Arias Cañete ha sido una calamidad. A juego con el de Rajoy. Nos quieren devolver a la senda de la que venimos. Quieren dar un paso atrás. Institucionalizar los ciudadanos de tercera clase. Los que tienen un tratamiento especial por su condición. La presunción de inocencia sería vulnerada por un novedoso contrato preventivo. Pongamos la tirita antes de la herida pues las leyes, tal cual no les bastan. Y si no cumplen y según contrato deben marcharse voluntariamente. Es todo lo que hay.
Aunque puede ser que la medida no sea tan novedosa. Leo que algo similar gasta Sarkozy que ya ha dado muestras de ser un político de alto "standing". De los de altos vuelos porque la vida se le está quedando pequeña. Los críos franceses ya no quieren ser como Henry o Zidane, quieren ser como Sarkozy. Y yo casi también.
No basta con que esta medida fuera arruinada aquí en España por inconstitucional cuando ya la propuso el Rajoy ministro, hace unos años. Él no aprende. Después de todo esos tribunales pueden ser cambiados según los tiempos. Nada más se necesita la voluntad política, y esa la dan los votos.
Terror debemos tener hoy a que de un día a otro hayan cambiado tanto las cosas. Terror a que Arias Cañete le meta mano a nuestra economía o a cualquier otra cosa que no sea una tosta con manteca colorá.
Al menos nos queda el consuelo de que Rajoy quiera plantar árboles. En Asturias los tenemos por miles y son de un verde esplendoroso. Lo que no sabemos es qué tal serán sirviendo el café.
Igual luego tampoco nos valen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario