Todos los caminos conducen a Roma.
Sin tu latido - Luis Eduardo Aute
Alguno pensará que voy a detallar las comprillas de las últimas rebajas. ¿Dije alguno? Pues no, no tengo tantos visitantes...
Y no, tampoco voy a detallar mis rebajas porque gasté mazo, que mi tarjeta de crédito no sabe de épocas de crisis si es que cree que comprar en ese instante es una oportunidad que merece la pena aprovechar.
Pero es un modo peligroso de salir de casa. Es mejor salir pensando acerca de lo que uno necesita, si es que necesita de algo.
Cuando yo hablo de las rebajas es porque aunque lo diga con humildad, merezco estar en el Guiness de los récords. Que soy dueño de un cuerpo esbelto con tendencia a serlo cada vez menos es algo sabido. Como bien sabido, lo puse aquí, que tengo colesterol. ¿Dije tengo?
Tenía. De ahí las rebajas. Y de ahí el Guinness.
¿Cuánta gente conoces que rebajara en sesenta puntos su anterior marca del colesterol?
Pues ninguno. Normal.
Yo creo que se lo debo a este cuerpo, que es como un reloj suizo y ha sincronizado mis defensas para hacer frente a lo que sea, ahora que estaba contra la espada y la pared, tan cerca del infarto por ver las cosas que estoy viendo, a diario.
Vale que el Danacol ayudó. No voy a decir que no puesto que de su mano llegó una marca tan fabulosa. Da igual a que laboratorio preguntes, no importan los baremos. Lo mires como lo mires ya no tengo colesterol. Lo he eliminado. Como un Terminator, lo he terminado.
Yo no sé que hizo, no me digas, pero algo hizo el Danacol, con lo poca cantidad que trae en cada botellita. Pero en el Danacol y en la vida lo importante para conseguir metas es la persistencia. Imagino que como en el anuncio de la tele, acompañó a las grasas que entorpecen el normal fluir de las arterias por el tobogán hasta expulsarlas supongo por el conducto natural por el que todo se expulsa. No quiero detallar más.
Desde luego no soy un médico ni un enfermero. Es verdad que cuando me fui a la primera revisión me dieron una dieta en unas hojas. Y es cierto también que en su momento llegué a irme al supermercado con aquellas hojas por ver si encontraban entre las estanterías algo de aquello que podría irme bien, pero lo cierto es que en aquel viaje ni siquiera encontré el puesto de fruta, con lo grande que es (y lo colorido). Yo creo que el mero hecho de que pasara por mis manos una dieta dio instrucciones subliminales al cuerpazo para ir rebajando poco a poco el colesterol.
También contar que aunque no fue ese día, algún tiempo después sí estuve tomando mandarinas, plátanos y fresas. Que cuentan como fruta y son buenas para derrotar al colesterol.
También hacer menos fritos (aunque nunca hice muchos). Y manejar a cambio a las mil maravillas la puertezuca del microondas. Tela de bandejas de verdura cocida en su propio envoltorio de plástico, con una pestañita levantada para que el vapor no haga estallar la casa.
También cuenta que quizá pude hacer más deporte. Un compi me decía que desde que supe que tenía colesterol estaba haciendo aún menos. Pero yo creo que lo decía para hacerme de rabiar :D
En fin, en síntesis de todo y sin ir más allá, es lo que tiene ser un ganador.
Que pillamos un colesterol de nada y lo hacemos polvo.
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