E.T.A ha vuelto a matar. Una mujer iraní, ha sido lapidada por ser mujer que actuó en películas pornográficas hace 8 años.
Los terroristas han matado a uno de los directores de un diario vasco, por lo más el de mayor tirada de Guipúzcoa. A ella, fundamentalistas la encontraron tras observar que en una de las escenas, marginalmente aparecía un contador de electricidad. Suficiente para conseguir mediante perseverantes pesquisas, un resultado.
A él lo encontraron culpable, los amantes del terror, de no estar con ellos en su paranoia. Por no decir las palabras que ellos quieren oír. Por no quererlas escribir. Para amedrentar y hacer oír sus pistolas, que son su razón. Lo encontraron fácilmente, desarmado e indefenso, cerca de un geriátrico de gente que cumplirá más años que él.
A ella la enterraron hasta las axilas, y la apedrearon hasta morir. Cansados los brazos de los verdugos, de tirar tanta piedra. Si emerge del entierro se salva. ¿Una posibilidad entre cuántas?
Me hubiera gustado que las balas le hubieran rebotado, que hubieran sido lanzadas contra el agresor con la fuerza de un globo de aire, para que se dieran cuenta, que muerto él, nada cambia, nada se consigue. Lo mismo que si hubiese seguido vivo. Nada de esto es necesario. ¿Habrán ojos que se abran?.
Hace dos años, en otro lapidación, la muchedumbre que lo presenciaba, decidió que aquello era intolerable, y subieron las mangas de sus camisas, para arrojar idéntico tratamiento a esos verdugos y jueces, que hallan culpas en lo ajeno, cuando están podridos de su particular justicia.
Y yo me quejo a veces de haber tenido un día malo.
Quiero ser eterno, y no tener miedo nunca.