La muerte es un regreso que tendrá que esperar.
Mundoréves - Manu Chao
Hoy ha sido un día largo. Acabo de llegar a casa y he cogido la bolsa para ir a la piscina, pero al bajar se ha puesto a llover. Aquí estamos acostumbrados a que el tiempo nos sorprenda, así que sin ser habitual, ocurrió otras veces juntar la lluvia al sol, que se den ambos fenómenos al mismo tiempo.
Así que he subido por ver si cogía el paraguas aunque ya casi decidido a dejar la piscina para mañana. De hecho he dejado la bolsa junto a la puerta y ahí sigue, como si fuera un perro que estuviera esperando que alguien lo bajara a la calle.
Ahora me tocará sacar el champú y el gel. Que no tengo otros que esos.
Así que llego aquí con este rato que no contaba, de nuevo por ver si escribo sobre algo, y ese algo sale a mi encuentro en forma de milagro, no meteorológico sino del que atañe al tiempo que conforma todas las vidas y que es implacable. Al entrar en el panel del blog descubro que al menos de forma ficticia voy a tener el control del tiempo. No para detenerlo y hacer mientras tanto a mi antojo, pero sí para planificar un futuro de entradas periódicas esté donde esté. Tal vez como una forma de sobrevivir a la muerte incluso.
Si uno quiere escribir una entrada podrá poner a partir de ahora una fecha y una hora del futuro, y así ese artículo será publicado entonces, aunque para ese momento uno forme parte ya del Consejo de Ministros y los quehaceres del ministerio no le dejen tiempo para nada. Será casi magia, lograríamos estar en dos sitios al mismo tiempo, el don de la ubicuidad le llamarán, escribe blogs al tiempo que saca al país del rincón donde ha estado toda la historia. O por que no, quien puede saberlo, que para entonces se haya cruzado con uno la de la guadaña para decir que se acabaron las noticias de mí, y yo le haga lo de Schuster al respetable de Pamplona, un corte de mangas que hay quien le llama butifarra, y siga escribiendo después de muerto, simplemente porque le dije al Blogger que publicara mis artículos cuando a mí me de la gana.
A ver si a estas alturas van a poder más los caprichos del paso del tiempo inexorable antes que los propios. ¡A ver si la muerte va a poder más que yo!
Así que estoy meditando si escribir en los ratos libres tantos párrafos como pueda. Y darles fechas al azar para el futuro. Por ejemplo dentro de treinta años, y así cuando casi nadie lo espere va y ¡zas! aparezco contando cosas. Claro que tendrán que ser cosas mías, casi de dentro mismo de mi ser, porque con que cara voy a ponerme a hablar de "Cachuli" si dentro de tantos años no lograremos acordarnos de ninguna de sus malversaciones. La actualidad, las noticias de hoy serán tan pasado que pareceré el abuelo cebolleta contando cosas de antes de la guerra (de antes de una de ellas). Así que tendré que dedicarme a hablar del tiempo, que supongo que aún lucirá el sol, puede que con más fuerza a través de los agujeros de la capa de ozono o de estas cosas que nos preocupan a todos los hombres y mujeres de cualquier época. De donde venimos y sobretodo, hacia donde vamos.
Y mis textos parecerán recién horneados, y mi cabeza tan lúcida como lo está hoy, aunque tal vez para entonces no sepa ni como atarme los zapatos.
Puedo ser aún más audaz y puedo poner discursos para dentro de doscientos años, a una era de gente que no sale de las casas para nada. Absorbidos por una evolución de Internet que a través de nuevos artilugios nos permita satisfacer cualquier necesidad, de la índole que sea. Deglutiendo los unos y los ceros del lenguaje de la computadora frente a la pantalla con el temor real de enfermar de salir a la calle. Aunque la calle sea otra manifestación de los mismos unos y ceros.
Y yo frente a todos resucitado.
Pero pensándolo bien quien quiere escribir para que los post vean la luz dentro de doscientos años. Después de todo yo puedo sobrevivir a la muerte de ese modo, pero mi media docena de lectores no. Ellos no podrán regresar el mismo día para ver que cuento. Y si ellos no me pueden me dirás para qué tomarme la molestia.
Ya ocurrió con "Aunque nadie nos lea", lo importante son esos pocos. Algunos repiten como Bosco, otros llegaron con nombres nuevos.
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