Mentira lo que dice, mentira lo que da, mentira lo que hace, mentira lo que va.
Mentira - Manu Chao
Me he estado nutriendo de noticias que es algo así como echarle gasoil al bólido rojo que tengo por cabeza. ¿Por qué va tan lento si es un Ferrari? Porque yo soy despacito y buena letra, además nadie me negará que es más prudente avanzar a 30 km/h que a 240. Y el paisaje se ve mejor.
En realidad he leído sobre muchas cosas, podría dar mi opinión sobre lo de Israel en Gaza, pero no quiero ponerme serio, ¡si ni siquiera lo hacen los telediarios! Así que voy a pasar de puntillas por encima de los muertos. Ni siquiera voy a detenerme en la muerte del hijo de Travolta, al que creí muerto en la primera noticia que tuve del incidente, y es que los noticiarios de Antena 3 son un caos total, se pasan todo el tiempo anticipando noticias que luego van a abordar casi con la misma brevedad del avance, así que uno tiene la impresión de estar dando saltos de charco a charco. No es raro que con ese modo de hacer las cosas yo creyera en primera instancia que el muerto había sido el propio Travolta, y ya estaba yo diciendo aquello de que la vida no es nada, y sorprendido de que no abrieran las noticias con ello, ¡si ahora cabe cualquier cosa!
Nunca fue tan sencillo salir en la tele.
Que se lo digan a Urdaci, aunque ahora éste se sale de la tele. Creo que ha encontrado un filón económico en los brazos del Pocero, que es un personaje tan ingenioso y sorprendente que pretende lograr un fin haciendo justo lo contrario a lo que la sensatez demandaría. Escoge de director general de comunicación a Urdaci, que es probablemente uno de las personas con menos credibilidad del pais entero. El primero un asesino que fuera pillado con las manos en la masa y que luego negara ante el juez afirmando que no era él, sino su hermano gemelo invisible. Después de este viene Urdaci, que era como un Pinocho al que en vez de crecer la nariz le crecían los huevos, allí sentado.
Es decir, ingeniería publicitaria, para limpiar su nombre ¿dónde se vio que al otro le llamen el Pocero bueno? ¿es que acaso soy yo malo? Pues escoge para resolverlo a un tipo que es desde siempre un mentiroso compulsivo, con lo calado que lo tenemos ya. Que otra cosa sería contratarlo para que limpie su nombre como El Equipo A en Bolivia, por ejemplo. Donde Urdaci podría pasar más o menos desapercibido. Pero no en este país a ratos de verbena y a ratos somnoliento, pero con pocas cosas claras pero por eso mismo irrenunciables, nadie se fiaría de Urdaci ni para pedirle la hora.
Al menos con ello salimos todos ganando, porque nos evitamos el riesgo de verle la montura de las gafas y ese rostro redondo de repelente Vicente al hacer zapping improvisadamente en el televisor de casa.
Más que nada por la vida que está llena de "flash-backs", y a mí volver al pasado cuando es oscuro me da escalofríos. Y no hay termostato que me acondicione ni manta que me tape los ojos para no volver por los caminos trillados del temor al embuste.
Urdaci serás siempre uno de mis talones de Aquiles, estás en mi baraja de los más buscados, como tenían a Sadam y a todos los gerifaltes que escondían las armas de destrucción masiva.
Pocero, pocero, harás muy bien tus edificios o lo que sea que haces. Pero escogiendo personal donde pones el ojo pones la cruz.
Aunque lo importante no es lo que se dijo, sino lo que se dice. Yo hoy no sé que opina sobre nada el muy malo de Urdaci, porque ya digo que procuro evitar sofocadamente cruzarmelo si es que doy con la Noria en una de mis noches más tristes. Pero si sé que Aznarín mantiene a capa y espada lo que ya no mantiene ni el vicepresidente saliente de Estados Unidos. Que Bush es un fenomeno por la libertad y que el mundo es más mundo gracias a él.
Hay que ver como se nos enamoró Aznar del orangután. Con ese amor sincero, de cepillo de bigote de iglesia siempre cercano. Hasta de donde no lo ve nadie, desde su fundación invisible a la derecha de la derecha de los vinos y los coloquios.
Se merecen el uno al otro. Aznar y Bush, Bush y Aznar. Yo los pienso en forma de trinidad con un tercero más pequeño a modo de "mini yo" que es Urdaci. Juntas las tres caras amorosamente cerca mirando hacia arriba mientras pulso el botón que se los llevará por el desagüe.
Todo dicho con mil perdones, por supuesto.
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