domingo, 18 de enero de 2009

Las rebajas

En la posada del fracaso.

Quién me ha robado el mes de abril - Joaquín Sabina



Yo venía con la intención de hablar de las rebajas, donde me muevo como pez en el agua, como sabe muy bien el amigo Xuac.

Sin embargo el mismo Xuac, que es mozo despierto y casadero, dicho todo de paso, me enarbola ante los ojos el capote de la política y sus criaturas, los políticos, a sabiendas de que eso es demasiado reclamo para que me vaya a quedar de brazos cruzados. ¿Lo hice alguna vez?


Le tengo dicho al Xuac que debe abrirse un blog donde pueda afilar el lapicero con la zurda para escribir con la diestra, pero se me hace el remolón porque sabe que tiene carta blanca y buffé libre en este Vivo y digo olvidado del destino y de los internautas. Se contenta con poner aquí sus opiniones, que van desde el feliz día en que logró hacerle un caño a alguien que resultó ser una portería, hasta sus arrebatos de Lacoste y campo de golf donde puede azuzar a Zapatero y hasta a Obama rodeado de sus semejantes, que apuran los últimos hoyos vencidos al deseo de tomar una copa de brandy frente a la chimenea del local social.

El problema de este país querido mío, no es que las rebajas hayan sido menos rebajas que nunca, aunque nos diga lo contrario cada año El Corte Inglés, en las que llevo además gastada una fortuna que no atiende a crisis, sino que las rebajas han llegado a todas partes.

Así es cierto que tenemos un presidente del gobierno para el que los mayores avances del país han sido tener más ministras que ministros para que así figure en los libros de nuestra historia que es la intrahistoria del mundo, de donde nos quería sacar a la fuerza, como un conquistador del siglo XX Jose María Aznar en las noches en que sus sueños volaban más altos abrazado a la almohada y al confiado oído de Ana Botella, que se cree todo lo que dice porque el amor tiene estas cosas, que si hay embrujo, para ella con más razón que para los votantes. Zapatero tiene a gala y quiere ser recordado por haber puesto a una ministra de defensa que se vistió como un ministro para el último desfile, y que se puso de baja maternal antes incluso de intentar parar las guerras, que debe ser lo que hacen los ministros de defensa más eficaces. Poco importa la preparación previa o lo que uno debe saber o conocer. Lo importante es ser el primero en algo. Aunque no el primero en reconocer las crisis.

Reconforta pensar que tal vez no lo sean, la vida es sueño. Ocurre que en los sueños la realidad ficticia parece la realidad tal cual, pero uno está soñando. Soñemos con esa palabra bonita que nos cuenta que no hay crisis sino desaceleraciones. Con lo bonito que es desacelerar, tomarse el tiempo precioso para ver las cosas con más detalle. Con la desaceleración llega la calma, la potencia sin control, no sirve de nada.


Siempre me ha llamado la atención que esta gente no lo viera venir. Los pro-hombres de esta sociedad nuestra. Porque que no lo vea yo no debiera escandalizar a nadie, que mi ignorancia sobre casi todo está probada y bien probada, y no pretendo para mí más que tener muchos abrazos y de bien cerca. Sin embargo estos nuestros mejores candidatos se han visto sorprendidos por la burbuja que explota y que a todos salpica.

Xuac quiere que hable de la ministra de fomento. Déjala pidiendo perdón, no es peor que todos los que la rodean. Yo preferiría hablar de Bermejo, ministro de Justicia, al que es factible que lo terminen echando a la hoguera literalmente, entre todos los jueces y funcionarios, saltándose a la torera el Estado de Derecho y las leyes del Parlamento.

Y además no seré yo quien lo censure. Estamos en sus manos de una forma u otra. Vivimos bajo el paraguas de la amenaza de hacer menos aún de lo que se hace.


Después de todo, quizá sea cierto que en rebajas nos están vendiendo los saldos de hace 4 años. Nos los han traido otra vez por ver si los pescamos o nos pescan. Y lo de la temporada pasada, o gran parte de ella yace en un rincón de almacén para ser presentado en marzo como producto de nueva temporada. Puede ser, por tanto, que no haya rebajas más que una sola cosa.

En la política. El que no es un ladrón de guantes de seda lo parece, y el que ni lo es ni lo parece es un incompetente absoluto.

Eso sí, de sueldo millonario.

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