Me dices que el amor igual que llega pasa.
Me llamas - Jose Luis Perales
Estoy subiendo relatos antiguos a Annlea. De comienzos del 2006. Hace ahora tres años que fueron escritos. ¿Por qué los subes? Porque con ellos Annlea se convierte en nuestra memoria, recordatorio de lo escrito si es que queremos recordar que era lo que discurríamos entonces. Que era y cómo lo plasmábamos en papel.
Seguro que no imaginamos que un día el país más poderoso del planeta tendría un presidente negro. Negro y sobradamente preparado, al menos en apariencia, dos novedades para romper la tradición.
Entonces habríamos dicho que eso era parte de una ciencia ficción inverosimil. ¿Qué iba a ser lo próximo? ¿Coches que no contaminen?
Obama hoy aparecía descojonado, con perdón. Yo creo que le vino la risa floja de ver a su esposa dos pasos atrás cuando los americanos le brindaban la oportunidad de jurar el puesto, todos tan serios, con ese presidente de la corte suprema, supremamente solemente, con el cuello de cisne.
Así que a Obama le vino la complicidad de joven, cuando los ojos de la esposa le contagiaban risa con su chisporroteo invisible para todos menos para él. Y su cara risueña, en medio de aquel todo le dio la risa. O quizá es que repetir aquellas palabras, como un loro que acierta, no era para tomarlo tan en serio.
Al fin, se esta en el escaparate, él y nosotros, todo el tiempo, pero se está con un fondo de cachondeo. Colgando de la comisura de los labios, en los ojos rasgados.
Como tiene que ser.
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