Veo más, veo que no me oyó.
Oleo de una mujer con sombrero - Silvio Rodríguez
Digo yo que la cochambre de programa que es "Tengo una pregunta para usted" nos viene de Estados Unidos, que fueron los primeros en poner público robótico tras los oradores en las campañas electorales para que el paisaje aplaudiera los arrebatos de Bush y compañía. Así que no sería raro que fuera allí también donde inuguraron la televisión del siglo XXI que consiste en poner a gente corriente en plan tercer grado con el presidente, so pena en caso de resultar incómodos de pasar una revisión exhaustiva de Hacienda o de la CIA en Guántanamo, según lo que joda más. Primero un decorado de cartón piedra que cobra vida en los momentos más oportunos, y con más frecuencia en "prime time" y ahora esa rueda de preguntas chorra a las que el presidente ni el candidato podría contestar nunca de forma satisfactoria. Porque por supuesto que hablarán de crisis, pero ¿qué quieren que Zapatero les diga? Si no sabe ni por donde le pega el viento. En realidad estas cosas solamente sirven para dos cosas, para comprobar que el presidente no tiene ni puta idea de cuánto vale un café, porque no paga ninguno y porque vive en el país de Oz; y para saber que el día que la pensionista cobra 300 Mariano se mete 8000 entre pecho y espalda, aunque en el momento de la pregunta no se acuerda. Claro, le da pudor decir que gana tanto más que ella haciendo más o menos lo mismo.
Ahora nos cuentan que Zapatero tiene mucha telegenia ¿? y a mi me entra la risa, pero aún es mejor cuando dicen que está preparando su nuevo encuentro con la gente corriente con asesores que le preparan lo que estiman que le pueda ser preguntado. De patio de colegio. ¿Te imaginas?
Siempre me ha llamado la atención en estas cosas, y en la preparación de los debates electorales, la cantidad de parásitos en forma de asesores que a la vista del regimiento que son y de lo preparados que están tenía que dar unos resultados formidables de manera que Zapatero pareciera Brad Pitt y Rajoy, George Clooney. Pero luego, salen a la palestra y el uno saluda como si fuera el muñeco Chuky, al que habitaba una especie de maligno y el otro aparece sudoroso y con la americana abierta como si viniera de retozarse por la pradera, por no hablar de su ojo bizqueando en busca del reloj. ¿Para eso tanta preparación y tantos asesores? ¡Si son dos flanes! El día que no los tengan habrá asesinatos en directo.
Pero lo más curioso de todo es que leo que Zapatero está meditando la forma de dirigirse al público porque claro, ahora no lo rodean diputados de una gran cultura ¿cómo? sino gente corriente. Y tiene que hacerse entender. De verdad que esto se insinúa en lo que leo. Que debe adaptar su discurso a la gente corriente. Deben creer que matamos gallinas retorciéndoles el cuello. Así que el hombre va a bajar unos cuantos peldaños en su excelente oratoria de mal profesor de colegio para no resultar indescifrable a la plebe, que somos lentos cuando no rematadamente tontos.
Curiosísimo cuando en el Parlamento viven, cuando van, la mayor concentración de ineptos que dio nunca una democracia a su clase política. Sin talento alguno, son monos con una sola habilidad, pulsar el botón en el momento apropiado, y aún así está a la orden del día que se equivocan.
Que vuelva la tele a mostrarnos la calidad de nuestros políticos. La calidad de Zapatero que se salió del atril de la Zeta gigante y se le vino la crisis encima. ¿Pero para qué sales? Y lo mejor es que para cada teatrillo de estos, de calidad paupérrima Televisión Española confecciona desde cero un estudio con sus mesas y decorados nuevos, con forma de Congreso en esta ocasión, es decir, a los ciudadanos se les va a dar periódicos en la puerta para que no sigan el programa y muchos de ellos decidirán que no entran directamente. Se irán a sus despachos o a casa a esperar el aguinaldo.
La mayor ruina de una sociedad es su política. Esa es la verdad. Espionajes, chanchullos por doquier...
Yo también tengo una pregunta para usted señor presidente:
Que son muy malos lo sabe todo el mundo, pero ¿por qué me dan tanto asco?
Lástima que yo no vaya. Ni siquiera los voy a ver...
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