Es complicado porque pueden ser muchas cosas. Una, aunque suene estrambótica es correr un año de estos el Tour de Francia. No estoy en condiciones obviamente de hacerlo por mi mismo, me falla el fondo, y también la forma. Necesitaré ayuda, y cavilando sobre el asunto podría pedir asistencia a uno de los mejores, no a Indurain, por supuesto, que debe ser mayor que yo y aunque haya emprendido aventuras por el desierto se le ve de naturaleza tripón, y claramente ya no estará en condiciones, no será lo suficientemente rápido ni tendrá ambición alguna por regresar. El segundo en la lista es Armstrong y su molinillo. A favor con él tengo su casi segura necesidad de dinero y su afán por desquitarse en la ronda gala. No para ganar, evidentemente, al modo que yo lo quiero hacer es completamente imposible, salvo que unte a la totalidad del pelotón, lo que subirá mucho la cuenta tras untar a los organizadores.
Yo no tengo ya la fuerza ni las ganas de emprender algo tan cansado, de manera que mi idea va más por formar un tándem con el citado Armstrong para que, dicho de algún modo, sea él mis piernas, es decir sea él tan solo quién empuje. No estoy diciendo que en alguna etapa llana y según salimos no vaya yo a cooperar tirando también de mis pedales, pero serán las menos veces, lo normal es que yo simplemente vaya sentado viendo moverse mis piernas gracias al motor de las piernas de Lance o al de su bici, que algo de esto se ha hablado. Yo seré un espectador privilegiado sí, pero con todos y cada uno de los kilómetros en mis piernas.
Tengo una curiosidad mal sana en saber si ganarán musculatura actuando como un peso muerto pero comiéndose como corresponde cada una de las 21 etapas. Si al acabar se verán recias y necesito ingeniar algo para el tren superior.
Para mí será un éxito si acabamos. Llegar a los campos Elíseos será bastante. No me importa no ganar. Participar es lo importante, y más a mi edad. Para callar bocas, por si el Euromillón no fuera a callar bastantes.
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