Vengo de visitar a Bosco, nada más por ver lo bien que lo cuenta. Leía un fragmento sobre un beso robado y me vino a la memoria una situación del pasado. Cuando apenas era un chavalín. Cuando compartía clase con una chavalita a la que mi amigo Pablo, que entonces era amigo mío de los de uña y carne, y yo mismo decidimos llamar en un momento dado LU. Como las galletas, no me digas por qué. Solamente sé que aquello nos permitía hablar de ella teniéndola a dos pasos, sin que ella sospechara.
La cuestión es que aquella chavalita que tenía unos hermosísimos ojos verdes no nos hizo ningún caso nunca. Y este nunca es un nunca definitivo. Pero a mí me regaló dos momentos tan definitivamente inolvidables que hoy tras un montón de años, aún recuerdo. Aunque ahora ya no importen, supusieron en su momento un gran motivo de alegría, y un recodo de esperanza en el camino, al que volver simplemente con el recuerdo. El primero fue con ocasión de haberle dejado un relato mío, triste como pocos, desesperado por falta de esperanza, pero no en el amor, que yo no sabía lo que era, sino por la enfermedad, que tampoco conocía pero que podía llegar a imaginar. Al devolverme aquellas hojas en un descanso entre dos clases comprobé que había algo escrito en la parte inferior a lápiz. Solamente dos palabras. "Es sublime".
Y yo vi el cielo ante mis ojos.
El segundo momento llegó inopinadamente, cuando se me acercó en otro momento para decirme que iba siempre muy desaliñado, y se puso a ordenarme el cuello de la camisa. Yo solamente pude reír un poco, sin saber qué decir.
Dos momentos únicos en un desierto de dos o tres años. ¿Fue acaso amor? ¿O fue mero entretenimiento?
¿Dónde quedó todo aquello?
Estamos hechos de pasado, nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario