Se tocarían, se abrazarían, se enredarían y se olvidarían ellas y él del mundo, jugando y festejando el estar juntos.
Lituma en los Andes. Mario Vargas Llosa.
Estuve este sábado en Oviedo, y otro rato en Gijón. Quedé con el Xuac que amenaza con iniciar el también, con más de 6 años de retraso, un weblog similar a este. Dice que parezco un tipo de asociación de consumidores, enloquecido por las reclamaciones supongo. Y es verdad, soy un índice al techo y la voz presta que protesta. Soy de naturaleza protestón, importa poco, en el fondo, quien tenga o no la razón. Creo que nada hice mejor en la vida que quejarme.
Me llevó el chaval a un sitio muy "pixin". De esos en los que te recogen las miguitas de pan de la mesa con una bandejita, yo diría que de plata. En esos sitios uno no sabe bien como ponerse, al menos alguien como yo, que me manejo a mis anchas entre fritangas o en el McDonalds (al que no voy nada de nada).
Creo que fue la mañana de ayer, estaba poniéndome los zapatos y se me ocurrieron al menos un par de cosas para tratar aquí. Simplemente una frase a la que poder sacar punta. En realidad eran dos ideas bastante jugosas. Yo creo que brillantes, impropias de mí. Pero luego las he olvidado. Sé que era algo con mucho meollo, mucho más que mis batallas contra las teleoperadoras. Creo que hablaba de la vida, del destino, qué se yo. Se me han olvidado del todo.
Intento hacer memoria, las tengo en la punta de una lengua que no es mi lengua. Creo que la cabeza que las pensó ya no es mi cabeza.
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