Coincidí el otro día con mi amigo Iván en el Messenger. Ocurrió que no le vi lllegar porque el programa no te avisa cuando escoges el estado de no disponible. La cuestión es que éste me interpeló para decirme, sin previo aviso, sin saludo de entrada siquiera, un parrafazo de esos que se estilan tanto en esos mails odiosos que hay quien hace habituales ; algo del estilo:
si envías este texto a 12 personas se te cumplirán todos los deseos y la persona que quieres te vendrá a besar la boca (o algo por el estilo, aunque ahora que lo pienso un poco, creo que la condición de distribuirlo te lo contaban al final, cuando te han dorado la píldora con las mil recompensas de hacer correr el texto-bazofia por Internet).
Por supuesto, por si no te convencen las mil bondades para enviarlo, que van desde la dicha del amor hasta llenarte el bolsillo, terminan asegurando que de no hacerlo se te vendrán encima aún más calamidades. Vamos que no darás abasto a recoger tostadas que cayeron por el lado de la mantequilla. Garantizarte tanto infortunio tendría que terminar de convencerte. Vamos que si te quedaste en el "consí, consá" terminarás lanzando el dichoso mensaje hasta a la gente con la que llevas años sin hablarte.
No sé bien qué se gana con todo ese juego. No sé si es un modo de llegar a más gente y quizá hacer más amigos (o más enemigos si estos mensajes gustan tan poco como me gustan a mí). Yo particularmente por no leer no leo ni los reenviados si no están personalizados al menos en sus comienzos, con un Anado por aquí o por allá, con el nombre de pila que me pusieron mis padres, o algún otro detalle que valga al menos para fijar la vista sin que uno se sienta parte de una cadena de montaje, en la que no se es más que un eslabón, por lo que se ve, anodino pero imprescindible.
Pero estos ingenios que te auguran tanto éxito si sigues la corriente son especialmente enojosos. Con menos sentido incluso que leer el zodíaco. Porque al menos en estas otras predicciones siempre podrás agarrarte a una frase en particular, que harás tuya, en la que te verás retratado.
Lógicamente a este amigo mío le puse una respuesta que no pudo ver en ese momento porque ya estaba desconectado, pero esa respuesta le esperará pacientemente hasta su nueva conexión, está en el frigorifico congelada; ya digo que no se me advirtió de su entrada ni de su arrebatada intervención, venía a decirle que en el futuro se ahorre enviarme esas invitaciones, esa cama redonda de mensajes hacia todos lados como una metralleta. Cedo mi sitio en la cadena afortunada a cualquiera que quiere ir en mi lugar. Que son niñerías incluso para alguien tan inmaduro como yo.
Digo que ahora me vendrán encima los mil desastres del mensaje ignorado voluntariamente. Para empezar he oído en la radio que mañana y el viernes va a hacer más frío que el que llevamos sentido en esta semana invernal. Con lo bien que nos sentaba el traje de la primavera temprana y he venido a romperlo por no hacer caso.
Quizá aún esté a tiempo.
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