Esperanza de mis ojos.
Me enamora - Juanes
Transcurría el 19 de mayo de corrido. Habíamos estado, si no recuerdo mal, comiendo un cocido madrileño en Madrid, al son de unos boleros que tocaba una pareja. El más alto con voz grave, el más pequeño, un abuelito, tocando el acordeón y gritando "garofita" de tanto en tanto.
Al salir a la Plaza Mayor nos encontramos con un dibujante de caricaturas. Yo quería comprobar como soy a los ojos de un extraño, no contaminado por mi carácter cordial y animoso ni conmiserativo porque no soy más alto, más fornido ni más guapo. Así que tras observar durante unos minutos lo bien que se le daba nos lanzamos a ser retratados. Ya nos advirtió que puede atenerse más o menos a la verdad, la misma que arroja el espejo o permitirse licencias hacia algún ideal de belleza, si es que este es posible en un dibujo que contiene a alguien que no le entraría ni una gorra ni un cazo. En definitiva nos venía a decir que puede acentuar nuestros rasgos tanto como para que parezcan defectos o quizá al contrario, nuestros defectos tanto que pasen por rasgos de cada uno.
Conmigo se portó la verdad, y no porque haya salido especialmente bien. Sino por la nariz que me dibujó. Yo creo que es que se le estaba quedando sin tinta el rotulador y no quiso emprender la ardua tarea de dibujarla en sus justas proporciones. Habría tenido que ser arquitecto y no dibujante.
A Sestea la dibujó peor de lo que es. Ningún dibujo capta su forma de mirar.
Quizá un día la traiga en una foto en la que aparece posando sidra como quien sirviera cerveza. Botella y vaso casi se besan. Y sin embargo en su rostro aparece la sorpresa mayúscula de encontrar que algo cae dentro. A mí se me daba mejor, los más viejos del lugar y más experimentados andaban maravillados, deseando tan solo que pudiera levantar la vista del vaso para captar su estupefacción.
Pero me habría roto la concentración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario