Maldita sea, qué pasó con mi razón.
7 vidas - Antonio Flores
Ahora que recibo más visitas que nunca doy la impresión de ser un comentarista de noticias raras. Como se dice ahora, frikis. Con tanto que llevo escrito sobre mí y sobre mi vida en este espacio. Pero todo eso lo conocen muy pocos. Quizá solamente Bosco, que me conoce desde hace mucho en este universo plano de Internet. El mundo no es una esfera, es una telaraña inmensa e intrincada.
Hoy vengo con la intención de contar otra noticia excepcional, para arraigar más la impresión. Claro que siempre será esto mejor que enredarme de nuevo en la política. Que soy de los que se me calienta la boca y aunque luego no voy por las esquinas pidiendo perdón me quedo entre compungido y preso de un arrepentimiento lejano como de traca a dos calles de distancia.
Aunque... ¿hay algo más raro que la política? ¿Algo más friki?
Llego con la noticia caliente del fulano que, tras moler a palos a un empleado municipal que estaba cavando una zanja en las cercanías de su casa, ha decidido que prefiere no declarar nada en el juicio. Y para confirmar la determinación se ha cosido la boca.
El suceso se dio en Argentina, con lo bien que hablan allí el castellano y este muchacho ha decidido silenciarse. Aquí en España esto otro no se daría. Cuando alguien cava una zanja, que es fenómeno de no darse muy a menudo, como el cometa Halley, nos limitamos a observarle. Es habitual que haya uno trabajando y un par más supervisando la obra mientras un buen puñado de gente desocupada observa los avances con aire circunspecto, no muy convencidos de dar su visto bueno.
Pero no apaleamos a nadie. Las obras en plena calle se nos han vuelto la mayor parte de las veces inexplicables. Más que nada porque tampoco sabemos muy bien que harán ni porqué y lo que es peor, qué hicieron.
Pero a este señor que caven la zanja tan próxima a su casa le estaba molestando sobremanera. Así que decidió cavar la suya en el costado del funcionario. Allá por el 2006. Con resultado de muerte, que es no dejarse nada para luego.
Ahora le ha tocado el turno de declarar ante el tribunal, y como quiera que debe ser un energúmeno en caliente, pero muy templado después, se ve incapaz de mentir siquiera, como mienten todos ante el tribunal que lo va a enchironar, así que para no caer en la tentación de decir algo inconveniente ha cogido hilo y se ha cosido primorosamente la boca. Con algún destrozo, como no podía ser menos pero con eficaz resultado.
El tribunal ha pospuesto la vista una semana para ver si alguien le descose al fulano. Aquí en España le habría bastado su verbo para convencernos, pero es que allí se hablan de igual a igual.
¡Alma de cántaro por dónde quieres comer si te coses la boca!
En este país con no querer contestar vale. No se necesita acreditar la imposibilidad física al mostrar las heridas sangrantes.
Además uno no tiene que decir nada en su contra si no quiere. Casi ninguno quiere. Ya está el fiscal para eso.
Y las pruebas del CSI patrio, que no se llama así pero hace más o menos lo mismo. Vamos que no es tan patoso como para mezclar sus propias huellas con las del crimen.
Son gente harto preparada. Tienen microscopios.
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