sábado, 7 de julio de 2007

Causas operativas

Vaya usted a saber qué son las causas operativas, cómo se comportarán con nosotros y como harán que nos comportemos. Hoy he recibido un correo de Iberia diciéndome que mi vuelo de octubre no saldrá a las 21:20 como estaba previsto sino anticipadamente. ¿Cuánto? 5 minutos antes. Es decir, hoy me escriben para decirme que el vuelo de un día 11 de octubre, faltando 3 meses saldrá con cierto adelanto. De 5 minutos oiga, por causas operativas. Que maravilla de forma de funcionar. Esta gente sabe hoy a ciencia cierta que saldremos 5 minutos antes de lo previsto. Quizá ya saben que la noche del vuelo los cielos van a estar despejados, o quizá es que el avión pertinente ha logrado que la rueda de aterrizaje no roce con ese sobresaliente del fuselaje, nada peligroso oiga, pero hacía ese chirrido tan agudo despegando o aterrizando y nos ralentizaba un poco. La verdad es que no doy con la clave del adelanto de vuelo. Claro yo no soy piloto, soy pasajero. Ignoro del todo que se esconde detrás de esas misteriosas causas operativas que adelantan mi vuelo 5 minutos. La gran pregunta es ¿esto es que llegaré a Valencia 5 minutos antes? ¿O echaremos esos 5 minutos sobrevolando la meseta o la gran ciudad de lucecitas?

Yo desde luego agradezco que esta previsión sea aparentemente tan certera. No quiero recordar las 3 horas tirado, casi literalmente en el aeropuerto de Madrid esperando a que EasyJet lograra traer el vuelo que venía de A Coruña desviado por no se qué viento, ¡qué eso es el Cantábrico oiga! ¡O hace brisa o está lloviendo! Háganlo aterrizar a plomo.

En fin, a mí me da igual. NO contaba con llegar tan puntual como para que 5 minutos de adelanto cambien mi plan de viaje. De hecho tal plan no existe. Menuda cara me pondrían los muy hegemónicos de Alsa si ando en estos días comprando un billete para octubre. Ya lo haré, por delante queda el verano en la costa, con la playa y la montaña, con la visita de mi familia al por mayor, 13 personas que se vienen a ver si es verdad que se vive tan bien aquí, aunque detrás de Yoggui no se vea nada.


En otro orden no quiero dejar de comentar lo de la justicia torticera que tenemos y que casi seguro que nos merecemos. Bueno, no sé si nosotros, supongo que la que tenemos es justo la que merecen los malhechores. No hacen las cosas bien y no se les corrigen bien. Hay cosas que son sencillamente incorregibles cuando el daño está hecho.

Una de las últimas es lo de los policías a los que se arruinó la vida con una sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid por todo aquel jaleo de atentado contra el que fuera ministro de Interior José Bono. Aquel tribunal estimó que aquella mujer que era todo maquillaje iracundo y sus secuaces armados con aquel palo de bandera fueron detenidos contra derecho. Hizo el PP de esto su caballo de Troya, enarbolando los pisoteados derechos de sus rabiosos militantes en cuantas reuniones pudiera patearse el suelo. Pues bien, a uno de los implicados le costó el cargo y otros tuvieron que cogerse la baja médica incapaces de salir a la calle para que les llamaran asesinos. Ahora llega el Tribunal Supremo, que es todo lo que se puede subir, para decir que nada de lo que aquella Audiencia estimó como cierto es verdad, y que todo lo que desechó debe ser tenido en cuenta. Vamos que parece que cada uno de ellos maneja un código distinto. Unos con toga lo ven blanco muy claro, los otros negro ceniza. Pero a nadie pasa factura, a ningún juez, la vida es como el fútbol a veces, los errores no se pagan, se recurren. Hasta que alguien observe ese detalle intrincado en la ley que se interpreta a tenor del viento, ahora en una dirección mañana en otra.

Hay otro caso de estos días muy jugoso. A un joven juez de 29 años le molestó el top less de un par de mozas en una playa de Almería, que casi seguro he pisado. Así que así en chándal, como el deporte le trajo al mundo, se fue hasta ellas para decirles que su visión semidesnuda era una ofensa al buen gusto y la decencia, cómo diría el inolvidable Ignatius J. Reilly, y que como ciudadano deportista y como juez las exhortaba a que se taparan. Ellas se opusieron diciendo que de ningún modo, que la ley les permitía ponerse en aquella playa como les diera la gana a lo que el juez respondió juntando a policía local y guardia civil para que unos u otros se las llevaran detenidas y esposadas. Luego llegó, es obvio, otro juez a resolver que aquellas mujeres no habían cometido delito alguno y las dejó libres. Pero la cuestión es, ¿y los tres días que pasaron en el calabozo? ¿Y la cara del calzonazos cuando le quedó la playa justo como quería? ¿Quién le haría pagar ser tan sinvergüenza?

Supongo que podría haber cogido su sombrilla y su bañador hasta los tobillos para irse a 200 metros de aquellas dos sin montar tanta vaina, pero prefirió quedarse a limpiar la playa. Habría que verle entrar a una moza en plan seductor. Este juez se vio en esas hace más o menos 20 años. En los últimos tiempos ha hecho alguna otra. Así nos van quedando.

Por eso, yo pido que el estudio conserve la cordura intacta de Sestea, la que le quede, que bastante desbarró el día que decidió un querer por capricho. El sábado pasado se presentó al primer examen tipo test para secretario judicial. Y parece que ha obtenido, a falta de saberlo oficialmente, más o menos 75 puntos de 100. Lo que resulta ser muy buena nota, segunda mejor de todos los que preparan con ella (76 puntos la otra). Se prevee el corte en 50. Le quedan un examen oral ante tribunal en Madrid y un práctico. Ambas cosas después del verano.

Va a ser la secretaria más bajita que se vio nunca en un juzgado. Un llavero de secretaria.

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