lunes, 25 de agosto de 2008

El temor

Ya puede caernos encima un diluvio de estrellas.

Slowly - Luis Eduardo Aute



Aquí estoy a punto de comprar el billete de avión, ida y vuelta a Madrid para el fin de semana del 5 de septiembre, aprovechando que el 8 es el día de Asturias. Y ya sé que no es un buen momento para comprar billetes de avión, por lo que todos sabéis. El precio del carburante se ha disparado y todo eso. Y también porque se cayó a medio despegar el vuelo de Spanair, y después han cancelado 6 vuelos más como si fuera lo más natural del mundo. Se dirigen desde Barcelona hacia Lanzarote y paran en Málaga como si tal cosa, para reparar algunos detalles del avión, que impiden, al parecer, que prosiga camino normalmente hacia su destino. La compañía lo presenta como el pan nuestro de cada día, lo más normal del mundo. Debe ser que antes no nos enterábamos y ahora sí. De forma que a los inquietos pasajeros les da un abanico de soluciones, devolverles el importe del billete, alojarlos en un hotel hasta arreglar de estas niñerías el avión defectuoso o traer de algún hangar otro de la misma marca y sin taras, o en su defecto intentar colocarlos en los aviones de la competencia (que se estropean menos o lo hacen más discretamente), y también para aquellos que se rinden al pavor de intentar volar de nuevo la posibilidad de proseguir trayecto en cómodos autocares al mando de prudentes conductores, que nunca chocarían con nada a exceptuar si acaso, el tubo hueco que conforma el andén en la estación de destino.

Aunque por lo que se lee en la prensa no parece un problema de Spanair en exclusiva. Las cancelaciones por motivos técnicos se están dando a pares, y crece la sospecha de que en realidad estén aterrados ante la posibilidad de que lo que antes daban por bueno no sea suficiente para mantener los aviones en el aire. Y que tras la muerte de tantos hay un aviso para los que quedan, para que la catástrofe nunca más se repita.

Yo siempre he sido contrario a echar culpas hacia todas partes por ver a quien alcanzo, que mis enemigos siempre han estado muy localizados, mis fobias son un mapa con las fronteras bien delimitadas, sin embargo ahora va y resulta que echar la culpa de todo al gobierno no va a ser tan descabellado. Así se colige de la noticia que dan sobre un inspector de vuelo expedientado muchas veces y vuelto a readmitir en su puesto de trabajo forzosamente y debido a las sentencias de los tribunales, muy a su favor, así que alguna razón tendrá. El hombre llegó a denunciar a la ministra de Fomento porque no sancionaba a las poderosas compañías aéreas y ponía trabas a las inspecciones.

De manera que al final el gobierno tiene la culpa de que los aviones ahora no parezcan seguros. Que parezca que uno se pone en riesgo cierto al coger uno. Tiene culpa de que se haya rebajado el nivel de rigor y exigencia en la puesta a punto de los aviones. Y esto no sería malo si no tuviera consecuencias nunca. ¿Tiene la culpa acaso de que 154 personas hayan muerto a estas horas? Entre ellos varios niños.

Los intereses económicos y los chapuzas gobiernan el mundo.

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