jueves, 18 de febrero de 2021

El próximo sorteo del Euromillón entrega a un único acertante, que sea yo, que sea yo, la nada desdeñable cifra de 202 millones. Que a mí me parece una auténtica obscenidad. Es tanto, tan gorda, que si se traspapelan los dos milloncejos sobrantes, si se pierden en alguna mesa, en algún rincón donde nadie miró, juro que no los voy a reclamar.

Es tanta pasta que podría rescatar a la empresa Imaginarium que leo que va a cerrar pq tiene deudas de 14 millones de nada. Y sólo pq me haría ilusión seguir pasando con Pablo para entrar cada uno por su puerta, yo por la grande y él por la pequeñita. Rescatar la empresa y no volverla a mirar. Dar a fondo perdido sólo porque él y yo nos echemos unas risas.

Con 10 años de trabajo feliz en la Caja Rural nadie puede dudar del amor que siento por ella. El tiempo allá arriba era infinito. No supe apreciarlo bastante. Amo la Caja Rural aunque ahora sea un cliente raso, pobre por más señas, pero que hace por salir de la pobreza jugando a todo o nada en las loterías.

Yo quiero participar en el Euromillón, quiero tener mi breve ventana de oportunidad. Entro a poner saldo a la lotobolsa y la Caja quiere confirmar la operación con un código de seguridad. Pero ya no les basta con enviarme un mensaje al móvil con un número al azar. Ahora hay que sacar la escuadra y el cartabón. La calculadora, que salga humo del pelo.

Ay Caja mía!! Si mi fortuna será la tuya!! Que difícil lo pones!!

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