lunes, 8 de febrero de 2021

Me ha llamado Jassy está mañana. Está preocupado porque traslado del puesto de mando en Amazon está planeado para el tercer trimeste de este año, ya le queda poco y está nervioso. 

Me ha dicho que teme cagarla, que se pone histérico cada vez que se cruza con Jeff. Que antes, cuando no había nada prometido en el horizonte no, que es ahora, que sabe que va a llegar a lo más alto cuando anda hecho un flan.

Me cuenta que el otro día cogió un ascensor con Bezos y que prácticamente no pudo articular palabra, que temblaba entero y que temió que el jefe se diera cuenta. Si me ve tan descompuesto capaz es de anular mi destino como sucesor, me ha dicho. Que hizo todo el viaje del ascensor tosiendo y llevándose la mano a la garganta como si se hubiera atragantado con una galleta del catering. Que desde que se hizo público y se enteró no soporta cruzarse con Jeff, y que cuando en otro día lo visitó en su despacho se lo pasó dándole la espalda y colocando recto el título de licenciado por Harvard para hacerse valer.

Yo le he dicho que no sé cómo ayudarle. Que quedan pocos días, que si tan apurado se ve se coja la baja. Que el pretexto de un posible contagio de coronavirus está ahí. Con su auto confinamiento preceptivo.

Se me quedó mirando y asintió. El coronavirus sera mi salvación, dijo. Raro será que no sea uno de los futuros contagiados. De los que quedan en nada, apuesten por ello.

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