viernes, 26 de febrero de 2021

Recostado junto a Pablo, cuando no quiero que despierte le envío lo que yo he dado a llamar "dormidines" que son pensamientos adormecedores que quizá pudieran llegarle flotando por la habitación para su descanso. Lo cierto es que rara vez surten efecto. No tarda en despertar aunque a mi me guste sentirlo dormir. Aunque yo cierre los ojos a su lado y diga para mí: duerme mi tesoro.

Puede que este gasto de energía podríamos llamar mágica o cósmica me esté debilitando en el propósito de atraer hacia mí la bienaventuranza de un premio gordo de las loterías. Probablemente todo está conectado, y deseando como quiero su tranquilidad y descanso algo o alguien considere que no quiero los millones lo bastante. Que mis diversos "querer" debilitan un querer auténtico y primordial. 

Aún así prefiero sentirlo dormir. Lo demás puede esperar.

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