sábado, 6 de febrero de 2021

Qué malo ser equívoco al momento de la muerte. El suicida ha de ser claramente suicida porque esa muerte da un cariz distinto a la sombra que la persona deja atrás, demostrándose tan valiente, tan cobarde en el fondo, para hacerlo de tal modo. No debe dejar sobre su intención ninguna duda. Una carta de despedida sería esclarecedor como un disparo. Y más justificado tratándose de un poeta.

Sin embargo que recuerdo doloroso, que mancha imperturbable tachar de suicida al que simplemente reparaba una persiana y cae. Dejar para eternidad su entrada en un club del que quizá nunca quiso formar parte. Porque si uno quiere acceder lo hace por las bravas y sin contemplaciones, para ser un suicida indiscutido. Si el sofá junto a la ventana era promontorio para alcanzar mejor entonces es tremenda injusticia definir al muerto de suicida cuando era solamente un torpe. Capaz de escribir lo mejor y de lo peor, caer rodando por una ventana.

En los tiempos que corren el epitafio es la wikipedia, lo que dice va a misa, y es para siempre. Así que lo mejor claramente es morir en circunstancias claras.

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