Hoy me he despertado con dos noticias. Y una me llevó a otra y a decirme por qué no.
La primera fue ver, como tantas veces, que la chica del confeti había venido, cuando ya no le esperaba, ahora que creí que me había olvidado. Pero me vio dormido y no quiso despertarme, echó como debe ser, el confeti por la casa para festejar, esta vez silenciosamente. Y luego marchó, quizá tras darme un beso en la frente que me pasó inadvertido. Pero estaba su confeti por el salón esta mañana, por todas partes, como si hubiera traído una lluvia de millones a esta casa que me guarece de un millón de lluvias de estos días. Me desperté con su anuncio en el teléfono y está vez antes de saber el montante no tuve asomo de temor, podía ser el gordo y no me hubiera importado. Vi entonces lo que yo he llamado Segunda noticia, esa cafetera que no necesito de ningún modo, y así sin saber cuánto premio sería me dije que si era bastante hoy mismo la compraría.
Al final no ha sido lo bastante, he tenido suerte y libro de tener una cafetera más.
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