sábado, 19 de marzo de 2022

Uy qué pequeño era! Fue el primero en llegar. Le puse por todo nombre Mandarino, que es muy apropiado, por razones obvias. Lo malo es que pese a que ha crecido, que amenaza con sacarme un ojo cuando lo riego, con sus ramas expansivas y desbaratadas, nunca nos dio un fruto. Puede que mi ambición de no volver a comprar mandarinas, para cogerlas de mi propio árbol fuera un disparate, pocas ha de dar un arbolito en su maceta, pero fue peor que esto, nunca nos dio ninguna. Y eso que tiene al lado a Limonero enseñando como se hace, que nos ofreció alrededor de una docena de buenos limones (grandecitos limones) pese a llegar más tarde.

Esto no me sabría mal del todo sino hubiera comprado el árbol entre los "que deberían dar fruto ya esté año" que eran más caros que los todavía más jóvenes. De algún modo siento que los de Verdecora me han estafado, pese a que todavía en otro día les compré un bonsái que es un primor y una orquídea de suelo con un una flor que es una preciosidad. 

Confío en que este año Mandarino se fije más y aprenda. Que sepa que mis desvelos por darles de beber, el rinconcito de sol estupendo y la música que nos pongo de fondo son en parte para su progresar adecuadamente pero también para tener qué llevarme a la boca un día de esos que no tenga postre.

No hay comentarios: