miércoles, 16 de marzo de 2022

No lo conté porque no es digno de contarlo, pero sobretodo no lo conté para sorprender, que así la alegría fuera mayor. Que ayer jugué al Euromillón, que tenía en el alero 40 millones del ala, los mismos que me están esperando desde hace 10 o 15 años que estoy jugando a cambio de un poco de confeti aquí o allá. Yo no dije nada también por aquello de que anunciarlo siempre, con esa ingenuidad mía, que es lo único que me queda de juvenil, es una forma de ponerme los astros en contra, la suerte en guardia, como diciendo "que te lo has creído".

Pues bien, está mañana LA NADA, revestida de este frío glacial, con estas lluvias para arruinar el tiempo aprovechable de estas fallas, ésta nada que es ausencia principalmente ya sé lo que es. Es que no te visite la del confeti de madrugada, que no te sople confeti en los sitios más inaccesibles, allá donde no cabe la escoba ni entran los pies de la aspiradora. Es ver desaparecer el dinero de las apuestas al tiempo de los 40 kilos, se van juntos, no sé a dónde, pero lejos de mí.

Lo cuento ahora, para que se sepa cuánto lo estoy persiguiendo. Cuánta es mi fe. Y porque ya no puedo gafarlo.

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