martes, 3 de abril de 2007

Peter

Van concluyendo los mundiales de natación y cualquiera que sea asiduo visitante sabrá ya que este deporte, a este nivel, no me es del todo extraño ;).

No me llamo Anado Uni por nada. Aunque las últimas veces que tuve las agallas de desafiar el frío de la tarde para irme hasta la piscina sostuve una pugna realmente dura contra mis propias falanges de los pies. Sospecho que los deditos no están preparados para la potencia de mis brazadas y se rebelan dando la impresión de que unos montarán a otros como en una orgía submarina, pero es solo una impresión. Lo más que hacen es encogerse como si pudieran agarrar el agua, claro que no llegan a retraerse demasiado, lo suficiente para acalambrarme a mitad de largo.

De hecho he llegado a pensar en cambiarme el nombre de Anado por un más apropiado Aflote. Pero eso es otro cantar.

Yo preferiría llamarme Pieter Van den Hoogenband. ¡Qué nombre! Con ese nombre lo de menos son las marcas. ¡Qué más dará llegar el último de los peores si uno se llama así! Yo creo que a mi padre le falló la inspiración al escogerme un nombre en la pila batismal. Sería porque no caí dentro como Obélix en la marmita de poción mágica. De hecho creo que todo el mundo tendría que tener derecho a llamarse como quisiera. Yo me decido por Pieter Van den Hoogenband. ¿Verdad que impresiona?

En realidad si uno lo piensa el nombre de Peter es un nombre común y hasta anodino. Es el nombre de Spiderman cuando viste de paisano. Cuando no escala paredes ni recibe mamporros en la resolución de sus desventuras. Por eso lo grande de este nombre es el apellido.

Uno dice que se llama Peter y no recibe ni una mirada. Imagina a un niño en su pupitre en la inmensidad de una clase. Ahora bien, cuidado si a ese nombre lo acompaña ese apellido sonoro y rimbombante, que debe leerse algo así como:

"Vandenjongenbannnn"

tortículis en los compañeros por descubrir al héroe. De repente ha caído el traje de calle y se precipita el titán.


Algunos dirán que además este individuo, afortunado por poseer "El Nombre" es además un deportista excepcional, aunque aparentemente peor que ese americano, tan entrenado: Michael Phelps. 7 medallas de oro en la piscina. La diferencia está en que Phelps leído así, el nombre tal cuál no impone nada. Los americanos no han sabido llamar a sus ídolos con nombres bien escogidos. Les ocurre como con los presidentes... Nadará muy rápido pero nadie se giraría para buscar a Michael Phelps en la consulta del dentista. De hecho en Australia también lo hacen mejor. Le llaman a su esperanza, no ya para estos mundiales sino quizá para los próximos: Grant Jackett. Otro nombre estupendo. Porque si a uno le llaman Grant será porque es capaz de grandes cosas. Aunque fuera un hombre gris esperando en un paso de peatones. Aunque hasta hoy no las haya conseguido.

Puede ser que Michael Phelps nade mucho más que estas dos joyas fonéticas, pero tiene el nombre de uno de aquellos chicos que repartía el periódico en bicicleta lanzándolo contra las puertas. "Estás muy fuerte chaval, pero eres un poquito tonto".

Uno escucha: Pieter Van den Hoogenband e imagina cuanto menos un director de orquesta. Si yo oigo que compite alguien con ese nombre me sobran el resto de las calles.

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