Hay algo en mi carencia de atractivo que me hace atractivo para aquellas carentes de atractivo. Vienen de cuando en cuando un par de hermanas, algo desquiciadas ambas, y cuchichean a voces desde la fila de espera. Echan miradas que son sábanas del top manta.
La cuestión principal en el amor será, supongo, si se escoge aquello que se ama o por el contrario se ama, involuntariamente, sin más. Y siendo de una forma u otra, ¿cuánto dura el amor? Se va apagando acaso tras acumular decepciones en cascada como una presa que no diera abasto, o es la desilusión la que termina dando de bruces con un presente que no era. Quizá es algo que evapora como agua al fuego, o quizá queda latente hasta que las miradas vuelvan a cruzarse.
Nadie puede predecir el futuro. Yo congelaría el amor como a Walt Disney, que ya descongelará por si solo; que nunca me ocurra lo que cuenta Joaquín. Acodado en la barra de un bar, con una capazo de años sin recuerdos, con un cubata cargado y la mirada extraviada entre las botellas:
"... tiene nombre de mujer, como mi corazón, como tu olvido, los fugitivos del beber no tienen más amor que el que han perdido".
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