Se le encharcan las pupilas, se le incendia la mirada...
Cuento algunas novedades que atañen a mi vida. En los últimos tiempos he encontrado a dos chiquitas que tienen la deferencia de sacarme a pasear de cuando en cuando. Dos veces hemos salido de copas. Viven en la otra parte de un pueblo dividido en dos por un puentecillo. Pudiera parecer que no hay vida al otro lado, pero la hay. Apenas nos mezclamos con aquellos, pero están ahí, inmersos en la oscuridad y por lo que observé son y se comportan como una gran familia. Soy yo el forastero, el que llega de fuera, como Cristóbal Colón contando que encontró Tierra. Quizá todos estemos hechos de la misma pasta. Esa explicación bastaría.
Por otro lado. mañana madrugo para buscar en la estación de Santander a Sestea, que viene a verme para quedarse hasta el lunes. Ayer discutimos, parecíamos alejados hasta lo irreconciliable. Dos puntos alejándose del centro de un mapa. Pero entonces ella dijo que estas cosas las hace por amor. ¿Cuántos sacrificios merecen la pena?
El amor lo puede todo.
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