sábado, 24 de noviembre de 2007

La soledad del juzgador

Por la boca vive el pez.

Fito y los fitipaldis.



Ha causado hondo malestar entre los jueces el libro que ha escrito la esposa del juez Gómez Bermúdez. Acusan a la pareja de deslealtad por revelar conversaciones privadas que se mantuvieron en la confianza de que no se habrían de revelar nunca. El juez se lava las manos y dice que él no entra ni sale de las cosas de su mujer, como siempre. Pero sin embargo parece que aquellas tribulaciones interinas del tribunal debieron ser trasladadas a la esposa por él. Tal vez al desayuno o a la cena. Hay indicios razonables para suponerlo por encima de que haya podido recurrir a alguno de los otros dos miembros del tribunal. Lógica manda.

Ha causado malestar el momento en que sale el libro, apenas acabado el proceso contra los terroristas que llevaron a cabo la masacre del 11 de marzo. El juez Garzón apunta incluso que es un golpe bajo contra las víctimas, y la presidenta de uno de los grupos que representan a las víctimas ha expresado que a estas horas investigan si ejercer algún tipo de medida legal.


A mí personalmente este juez me parece una especie de super-héroe de cómic. Pero uno de esos que no caen bien por más que sus hazañas sean las más luminosas. Con esa cabeza afeitada y esa mirada incapaz de no juzgarlo todo. Recuerdo sus malos modos con los presuntos asesinos, cuando aún eran presuntos. Y si haciendo un esfuerzo me pongo en su lugar, reconozco que no me habría costado nada mandar al fulano a la mierda, aclarándole eso sí que es muy libre de mandarme encerrar en la medida en que le permita el código, pero que a mí se refiera con educación si es que espera encontrar alguna respuesta. Y un juez debe dar respuesta, es su misión principal.

Además parece un hombre muy cómodo bajo los flashes. Ayer acompañó a su mujer a Elche supongo que para algún tipo de promoción literaria, aunque él no entre ni salga, y se le ve como a un héroe de los años 40, caminando casi como un guardaespaldas. Es un juez mediático, con cierto afán de notoriedad como parece demostrar el libro de su esposa, en el que es realzado en contraposición a sus colegas.

La cuestión principal del asunto es el por qué de este libro ahora. ¿Los dos sueldos que la pareja maneja no son suficiente? O es que hay razones de peso para publicitar deliberaciones secretas por el bien de la justicia.

Lo peor además es que este libro habría sido entendido por todos si llevara por título "La soledad de la esposa del juzgador". Pues no nos habría costado trabajo imaginar a la esposa esperando en la alcoba mientras el juez está sumergido detrás de una pila de papeles de madrugada.

Sin embargo el libro que está escrito por ella y no por él, o al menos eso cuentan, habla de su labor solitaria como presidente de un tribunal que sin embargo tiene a dos jueces más como parte. Y entonces uno piensa que quizá es que no es un juez sino un super-héroe de cómic. Que tiene los poderes desde el momento que viste la toga, y su misión es titánica frente al mal porque solamente él es capaz de enfrentarlo. No está al alcance del hombre corriente.

Él no lo es y no tendremos que olvidarlo.


Es un hombre solo frente al mundo, frente al mal con todo lo que eso representa. Y sin embargo sale vencedor. Toda batalla épica merece un libro.

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