Pues Alonso ha dejado McClaren. El experimento no funcionó. Se llevaba a matar con Hamilton, con la mayoría de los ingenieros, con casi todos los mecánicos y con Ron Dennis, que es el patrón del equipo, además de un Salomón al que la estrategia se le da tan bien como jugar al ajedrez con las figuras pegadas al tablero. Es decir, el dominio de la estrategia se le presume aunque no se le vea por ningún lado, se le otorga por el cargo que ocupa. Nadie llegaría a patrón de uno de los principales equipos de Fórmula 1 sin saber manejarse con las circunstancias y los pilotos. Pero no es cosa de andar demostrándolo todos los años.
Con los únicos que Alonso se llevaba potablemente era con Pedro de la Rosa y con un camarero español que pusieron en el equipo para que Botín y los patrocinadores españoles de visita se encontraran la mar de a gusto. Bueno, y con su representante porque le dice a todo que sí y también que lleva en todo razón, su esposa por motivos obvios que trascienden razones de pilotaje, con Flavio Briatore porque es un tipo muy mayor y que logró seducir a Naomi Campbell no se sabe si a golpe de talonario o de cadera, aunque ahora sea él quien cayó rendido al encanto pedregoso de Alejandro Agag, que es caer como mínimo desde lo alto del Escorial para darse de bruces contra Aznar. Y se lleva muy bien Fernando con Lobato de Telecinco porque es el enchufado de los medios y ahora da entrevistas como una celebridad, yo creo que por no ser él aquel que dice la milonga esa de que si parpadeas te lo pierdes. Y que oiga esa chorrada en todos los grandes premios y no le salte encima al vejete de la salud delicada ha logrado la infinita simpatía de los televidentes de paciencia menor, entre los que me hallo. Y por fin se lleva maravillosamente bien con los asturianos de toda condición, juntos sin excepción, porque nos ha situado, a mí también que soy ya un poco de aquí, en el mapa mundial y ha convertido la bandera de Asturias en icono de la fórmula 1 al mismo nivel que el "cavallino rampante".
Pero cuando uno vive en Woking y pasa sus días metido en un compartimento como un recluso rodeado de gente que se pone el casco para que no se le vean las risas cuando se queda sin gas el chisme y se pierden puestos, todo se vuelve amargo. Y los abrazos y el reconocimiento, cuando es forzado vale menos.
Así que Alonso rompe con McClaren para que se queden con su perla, tan solo. Mientras él esperará recalar en algún equipo donde no se discuta su primacía y donde se le quiera más y durante todo el tiempo, y no solo durante el rato de las fotos del principio. Cuando presentaban un proyecto que terminó fracasando, contra pronóstico, visto como iba todo. Porque parecía imposible perder, pero perdieron. Lo mismo que el binomio Aznar-Rajoy a primeros de marzo del 2004.
Si yo fuera Alonso no repetiría volviendo a Renault, y no porque le tenga alguna antipatía a la marca del Rombo. Que los franceses nos tiraran las naranjas en la frontera está más o menos olvidado. Sino porque creo que hay una opción mejor.
Que gusto ir a BMW-Sauber, que es un vecino de lujo de Mercedes. Que gozada darles el año que viene en el morro a los alemanes de la estrellita. Y los anuncios que lindos, con lo bien que los hacen. Pon a Alonso sobrepasando a Hamilton por la izquierda mientras hace con la mano aquello de sacarla por la derecha, con todos los dedos juntos, quiero decir, sin hacer cuernos a nadie, ni falta que hace. Con el gesto de ondular el brazo poco a poco. Mientras Hamilton colérico toca que toca los botones que ponen el vehículo al ralentí, maldición.
Y nosotros frente a la tele extendiendo el brazo entero mientras sentimos los pelos como escarpias. Porque este año no lo supimos, pero éramos más de BMW que de McClaren. Que se lo digan a Robert Kubica. Cada año un milagro.
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