viernes, 23 de noviembre de 2007

Los incentivos

Era parte de un acuerdo efímero.

Un nuevo día brillará - Luz



Vengo de la piscina, de aplacar mis remordimientos por no ir casi nunca. El caso es que vuelvo y cuando estoy guardando el bono nuevo, de 10 baños, que seguro que no agotaré, me he doy cuenta de que en donde tendría que poner "bono piscina" pone "bono sauna" y en vez de ser azul es color hueso, casi blanco. Inocente de mí, que creí que habían cambiado de tono por romper con la monotonía y resultar menos anodinos.

Pero no vengo para hablar de esa tendencia natural de los hombres hacia el error, del que soy un exponente destacado. Aunque aclaro que en este caso no tuve culpa alguna. Soy un simple espectador, ahora con algo que aclarar la próxima vez que vuelva por la piscina, allá por el 2010, supongo. Pero ya digo que no me detendré en esa predisposición a la equivocación hasta en lo más básico, sino muy al contrario en un ejemplo de las raras veces en que, como decía Hannibal, cabeza pensante del célebre Equipo A, los planes salen bien.

Quiero hablar, como suelo hacer, con apenas un hilo en la cabeza del ovillo que es el todo, de nuestros funcionarios destacados en el Ayuntamiento de Madrid, que eran todo eficiencia hasta el punto de haber abandonado casi por completo el solitario de ordenador para lograr licencias de apertura en tiempo propio de libro "Guiness". Siempre y cuando, por supuesto, hubiera un incentivo de por medio, que podríamos llamar como se llama, por su nombre, unos cuantos miles de euros, antes machacantes. Aunque aclaro que no encontré aún a un paisano conforme con el invento de los euros, que lo han encarecido todo tanto. Se me quejan a diario con la sonrisa resignada y yo suelo dar mi opinión que logra una adhesión sin fisuras.

-Tan capaces de consultarnos para nimiedades que no nos importan, y cuando se trataba de meterse en nuestro bolsillo, lo hicieron sin consultarnos.



Pero no nos desviemos. Es obvio que la fama de los funcionarios tan mala como es, a la zaga de la desidia de los empleados de CajAstur según cuentan, ese vox populi de que no pegan golpe, no tiene fundamento entre los muy avispados del ayuntamiento de Gallardon, que obviamente sabía que las cosas marchaban bien, aunque como es de imaginar no estaba al tanto de tanta corruptela. Enfrascado en batallas intestinas con Esperanza Aguirre y postulándose oomo opción menos mala para suceder a Rajoy cuando la sombra de Aznar y de sus esbirros Zaplana y Acebes lo fagociten del todo.

Los políticos rara vez se enteran de la basura que se esconde bajo la alfombra, por mucho que sean ellos los que están tumbados encima, habitualmente echando un sueñecito. En realidad se comportan nada más como un cartel de campaña electoral, son una cara que muestra la sonrisa sempiterna que quiere transmitir confianza, y así por un puñado de votos no cambian la mueca ni en el improbable caso de que los municipales les estuvieran llevando el coche con la grúa, chófer incluido.

Así que reconozcamos de una vez por todas que las personas que trabajan poco no es por pereza o incompetencia, es sencillamente porque los incentivos no son suficientes. Así un funcionario del ayuntamiento de Madrid es capaz de resolver en un mes lo que de ordinario, con el discurrir normal y cotidiano de sus quehaceres llevaría dos años enteros. O sea, que si un funcionario se mueve de la silla hasta el archivador como si se tratase de un enorme perezoso, animal predominantemente blanco, muy parecido a un humano que se hubiera dejado crecer el pelo y las uñas, feo de cara como para no recibir un beso nunca y que por lo que recuerdo tenía que bajar de los árboles para regar de excrementos toda la hierba, supongo que porque hacerlo desde lo alto es más propio de animales exhibicionistas, primates de inteligencia pseudo-desarrollada que evolucionaron hasta los humanos tal como son. Aunque haya humanos que orinen desde lo alto de un escenario a la chusma reconcentrada en los años mozos de su juventud, Ramoncín es un buen ejemplo, y luego vayan dando conferencias en la radio acerca del diablo que se esconde tras el intercambio de archivos musicales y el fin del mundo que representa el top-manta que ha debilitado a los, en otros tiempos, todopoderosos sellos discográficos.

Así que si el tiempo parecía detenido como esperar un bus en el subterráneo del metro de Madrid uno podía facilitarse las cosas si enjabonaba a unos cuantos curritos del ayuntamiento. Entonces les salían tentáculos para procesarlo todo más rápidamente. Dar unos cuantos miles de euros bajo manga bastaba.


¡Qué dolor de periódico esta mañana! Esta noticia era casi la mejor. ¡Qué vivan las primas a terceros;

sólo por ganar, partidos, tiempo!

¡que viva la corrupción monetaria a la que no alcanzará la justicia porque todo se olvida, en vez de tanta muerte!

Mario Conde, Jesús Gil, De la Rosa, Julián Muñoz y tantos otros ladrones sin pasamontañas.


Hagamos un café teatro alrededor de un ataúd sin bandera. Llevemos cada uno un libro pensando que algo quedará de nosotros. Que somos ya invencibles.

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