Pero no ocurre, no me llega nada. Puede ser, por mi maldita manía de intentar encontrar explicación a todo, que suele acabar el inventar una explicación cualquiera, que Google arroje, como lava, mi correo a la carpeta de spam, en vez de presentarla ante mis ojos.
La inteligencia de Google, que es superior a la de muchas personas, lee tantos ceros seguidos en el premio que se dice, esto tiene que ser correo basura seguro.
Y hará que el premio caduque, ya ocurrió con los premios de antes, y quedando desierto se incorpore de nuevo a las insaciables arcas del estado, que me lo presentarán como dinero nuevo, como una zanahoria al burro que soy, añadiéndole un puñado más la semana que viene.
Saben que ante, pongamos que sean 150 millones, habré de comprar. Por la dichosa ventanita. Por la oportunidad que se pierde.
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