Yo, como no tengo dinero, si no viene la del confeti a remediarlo, he pensado muchas veces en el tema dios, que desde luego no tiene nada que ver con el tema Iglesia. Y me ha gustado pensar, como a todo perro pichichi que nos esté observando y de algún modo velando por nosotros, como un padre, que precisamente por nuestra fe inquebrantable no puede faltar, que sirva de consuelo, como algo que estará siempre con nosotros. Luego ya, vista la vida más de cerca, entre tanta putada y tanto dolor el castillo de naipes tambalea. Para mí hay algo incontestable, si hay dios nadie debiera faltar teniendo una pizca de amor dentro. Que se fueran solo aquellos incapaces de amar. Si hay dios este planteamiento no debiera parecerle mal.
Es tan extraordinariamente injusto morir amando como para plantearse en serio que estamos absolutamente solos. Ona me mirará cada día, me busca con sus pequeños ojillos atentos y yo no sabré a dónde mirar.
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