Cierto que son nada frente al amor de Pablo, que hoy ha querido un beso mío a través de la verja del colegio. Pero de no enfrentarlo al amor, con todas sus letras, sí es algo de importancia, a no ser que lo enfrentemos a la salud que sirve para disfrutar del amor, con todas sus letras. Que entonces deviene de nuevo en nada.
Pero salvando esas visicitudes, y que me quede más o menos como estoy, con los míos, madre, padre, familia, amigos, de la mano de Sestea, digo que no cambiando absolutamente nada de lo que tengo, tampoco la compañía amorosa de mi perrita Ona, entonces esos millones pueden ser bienvenidos. No protestaré si hay confeti a la mañana.
Pero si me tocara cambiar algo, lo más mínimo digo, entonces pueden metérselos por dónde les quepa.
No son para mí.
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