No sé si estoy haciendo algo mal. Mi ilusión en que me toque es genuina, podría decirse que no lo puedo querer más. Sin embargo el sorteo sigue haciendo oídos sordos, no me cae ni la pedrea del confeti, las tardes sin fiesta se vuelven tan aburridas...
Quizá me he confiado demasiado en todas estas cosas de Internet y yo pago con dinero contante, no sonante en este caso, pero lo único que consigo es que desaparezca de la cuenta sin saber bien si va a algún lado, aunque es seguro que si, que va al fondo de algún bolsillo, en lo peor al creador de la app, en lo mejor a las arcas del Estado, que siempre quiere más.
Cómo tenga que esperar mucho más no voy a tener vida para gastarlo. Que hay caprichos que se me vuelven obsoletos y se pierden, porque no me toca.
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