Sobre el oscuro abismo en que te meces.
Manolo García.
Leo esta mañana al solecito de este septiembre que no tiene nada que envidiarle al agosto que hemos tenido, leo digo El País en su edición de papel, en Internet han decidido dejar de cobrar por visitarles. Supongo que han tenido Prisa para tratar de enjugar la distancia insalvable en cuanto a visitas y lectores que les llevaba la edición digital de El Mundo. Antes querían tocar el bolsillo por dar noticias, ahora las regalan para ganar importancia. Han reculado. Han corregido porque les salen las cuentas igualmente. La duda que queda es cuántos pagaban efectivamente por leer esos artículos vibrantes de literatura que suelen ser un calco de lo que cuelga la agencia EFE para el mundo entero.
Decía que hoy he leído a Luis Aragonés echar la culpa al empedrado. Y es que al bueno de Aragonés no le gusta que haga viento en Islandia. El control de balón se hace difícil, y nuestra superioridad técnica se ve mermada. Viene siendo tónica habitual para nuestra selección de super-estrellas nacionales que tengan que vérselas no solamente con adversarios mal encarados y con ganas de reivindicarse (precisamente contra nosotros), sino también contra los elementos que siempre nos son adversos. Cuando no hace calor en exceso, llueve, y otras veces es el viento y el frío, como esta noche, aliados incondicionales de los islandeses.
Y es que es nuestra condición de Goliat al que las circunstancias no dejan mostrarse pleno de facultades. Dice el redactor que pedir que no haga viento allí es lo mismo que pedir nieve para Sevilla. Por eso se queja Aragonés, porque en el fondo lo que él quería era jugar en Sevilla, siempre allí y siempre con Manolo el del Bombo animando, al que le fracasó el matrimonio porque su unión con la roja era más importante y eso no hay mujer que lo entienda, al menos ninguna que no haga la vida pegada a un bombo.
Aragonés es sabio de Hortaleza y experto por tanto en tirar balones fuera. Y la prensa está que se sube por las paredes porque a este paso van a tener que empezar a repetir titulares para unos partidos que parecen siempre el mismo. Gracias que Luis improvisa un corte de mangas a sus centrales, reparte butifarras y peinetas, dispuesto a coger por las solapas a quien sea, así sea blanco o negro de mierda. Siempre tiene un as en la manga, una razón de peso que haga eterno el puesto de seleccionador sin examen. Por eso, porque se la están jugando y han perdido más de lo que podían a estas alturas, el hombre mira al cielo para quejarse del viento. Lo tenemos todo en contra y aún querrán que ganemos.
Están locos.
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