Me dice el corazón,
que no soy de este planeta.
Prefiero amar - Luis Eduardo Aute
Leo a estas horas, con un ojo cerrado y con el otro pidiendo por favor que lo deje en paz, las cabeceras del diario Marca. Sobretodo por ver como acabaron los partidos de liga que no puedo ver, porque la antena de mi edificio, si es que existe, mira en dirección contraria a las ondas de la Sexta, y estas le pasan de largo como si no estuviera, si es que está. Capta algo, una brisa en la nuca, una imagen gris que sería más o menos lo que dicen que ven los perros si no fuera por ese chisporroteo puntillista de obra abstracta, mirarla es ver con los ojos de un perro con cataratas. Así que mi televisor se queda apagado tanto tiempo como esto otro encendido.
Leo que el presidente del Tau afirma rotundamente que si es verdad lo que se publica de Willi McDonald, éste no durará ni un minuto en el equipo. Y lo que se publica es que este norteamericano se casó con una española por amistad. Ella lo reconoce sin tapujos. Dice que ni siquiera recuerda donde se desposaron. Se llama Eva y si hacemos caso a los libros no sería la primera que se junta por conveniencia.
A mí el hecho no me sorprende gran cosa. Me sorprende que lo reconozcan nada más. Y me sorprende sobremanera que el tal Querejeta sea el nuevo Cupido y que las razones para casarse de sus jugadores le incumban de tal modo. Por supuesto que por debajo se está gestionando la posibilidad de que el americano juegue en el equipo ocupando plaza de comunitario, es decir que no cuente como extranjero. Será europeo que es nuestra nueva nacionalidad, extranjero es lo de fuera. Lo de América del norte y Oceanía. Los de América el sur, Asia y sobretodo África son inmigrantes que es una forma de ser extranjero pero carente de prestigio.
Francamente a mí me importa muy poco si su matrimonio es o no de conveniencia. Para mí quisiera amistades de ese grado si es que me fuera a quedar solo. Yo querría una Eva que me dijera sí por amistad que es una forma de amar también. Aunque solamente llegado el caso extremo en que el amor recíproco no es posible.
Pero esta forma limitada, no es de recibo para Josean Querejeta que es una máquina capaz de medir el amor de las esposas de sus jugadores, supongo por el tamaño de las pupilas con que lo miran. A él la boda por amistad no le vale, como supongo que no le vale una boda por dinero. Pero tras una boda hay muchas veces razones innombrables. Aunque a él solamente le valga la versión oficial, la idea romántica de Romeo y Julieta que tendría que inspirar todas las bodas. Cualquier otra razón se le vuelve intolerable. Sería casa de herrero con cuchillo de palo.
Claro que este a este hombre nadie le explicó que si su amante esposa se casó con él fue simplemente porque no halló nada mejor. Y de algún modo, tuvo que conformarse tras conocer sin pruebas que vive en un mundo con cinco mil millones de personas de las que trató no más de dos centenares. De ahí salió Josean. Escogido por el amor desde una baraja con pocas cartas.
En realidad yo soy de los que piensa que hay muchos caminos hacia la felicidad. Y que esa ha de ser la meta inexcusable para todas las vidas. Solamente puedo lamentar por Eva si no conoció el amor. Pues el amor es la euforia de la amistad correspondida multiplicada por un millón, y posee una emoción que no alcanza la amistad jamás. Pero su razón, trivializada por su falta de memoria me parece tan buena como cualquier otra si la hace feliz.
Después de todo una boda se ha convertido en un formalismo nada más. Un recodo del transcurso de este sendero.
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