Quizás entenderías, que nos queda la esperanza.
Si se callase el ruido - Ismael Serrano
De veras que no entiendo a esa gente, alguno conocido mío, que dedica una parte, minúscula faltaría más, a pagar cuotas de militante de un partido político. No importa el signo, cada uno tiene el suyo. Pero todos los meses reciben un cargo en forma de recibo. Para que vuele alto la gaviota o no se marchite la flor.
Son gente de fe, de eso no hay duda. Yo estoy englobado entre esa multitud de gente joven descreída de los políticos y como consecuencia de la política. De esos que lo último que harían en esta vida sería dar un céntimo a esos políticos que son quizá una de las peores cosas que nos podían pasar y que llegaron para quedarse. Porque un político es político toda la vida, como un torero lo es siempre. Es raro que un político abandone, simplemente se resguarda de los focos, pero sigue haciendo política en la penumbra y cobrando por ello.
Especial mención merecen los respectivos encargados de las nuevas generaciones y juventudes. Gente joven que no viene para traer aire fresco, todo lo contrario. En sus entrevistas no hacen sino ensalzar a sus respectivos jefes, y lo hacen por una razón principal, es lo que han hecho toda la vida y a la vista está que les ha ido bien. ¿Por qué habrían de cambiar ahora? Así que en realidad el partido político no premia inquietudes que puedan mejorar lo que hay, pese a lo muy necesario que es, premian ascendiendo en el escalafón a aquellos que aplauden más alto y durante más tiempo.
Hoy leía al encargado de las nuevas generaciones del PP que se comparaba con Ángel Acebes sin rubor vergonzoso; según él, un político a descubrir. Pero en realidad hace unos días leí comentarios del mismo tenor al líder, evitemos esta palabra en adelante por inapropiada, de los socialistas. Están hechos a la medida del partido, y son incapaces de la menor autocrítica. Creo que los fabrica el propio partido y los hacen en serie. Solamente se diferencian por fuera.
Por supuesto que si esta crítica se diera no contarían con un euro del que suscribe. No quiero participar en los 8000 euros mensuales que gana Rajoy ni en los 6000 de Pepiño Blanco. Antes prefiero dejarme atracar a mano armada con el trauma que eso supone. Entregarles mensualmente un sustento aún sería mayor. Por no hablar del remordimiento de saber que los mantiene mi voluntad sumada a la de muchos otros, subidos en la televisión procurando convencer a sus propios correligionarios, que ya están convencidos de antemano.
Sin embargo si alguno de estos jóvenes y ambiciosos nuevos políticos tuvieran la decencia de admitir los errores de los que son sus jefes, si lograran distinguirse. Si tuvieran la valentía de admitir por ejemplo que Aznar fue todo lo miserable que un hombre puede llegar a ser, que Acebes fue y es un embustero sin parangón, que Rajoy es la voz de su amo y que nada más le ha añadido sarcasmo a la política, que Pepiño es tonto de remate y que Zapatero es un político sin fuste, nada más un talante encadenado a un gesto. Si alguno de ellos hubiera hablado así en vez de dorar la píldora, en vez de enjabonar de modo tan empalagoso entonces yo pensaría que tal vez haya una oportunidad en el futuro.
Porque uno quiere creer también. Uno quiere dejar atrás esta marabunta de jóvenes que destruyó la idea de que exista tan solo uno bueno. Necesito creer en los políticos en el mismo grado en que creo al menos en un desconocido. En la gente en general.
Pero no lo logro. Los que vienen son más de lo mismo. Uno está deseando un cambio pero nadie llegará para jubilar a nadie. Simplemente serán más a repartirse el pastel. Se juntarán jóvenes y viejos políticos para mirarse el ombligo unos a otros. Comparando a cuantos convencieron, los que estaban cerca, los de lejos. Pero nadie dará un paso al frente. Nadie se atreverá a discrepar. Su carrera sería más corta que la de Hernández Mancha. Aunque éste si desapareció.
Yo creo que debía ser mejor que todos estos. Por borrarse ya demostró más.
Aquí quién se mueve no sale en la foto, y están locos por salir. Tienen el encefalograma plano pero sonríen,
lo importante es el color de la corbata.
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