Com t’ho podria dir
perquè em fos senzill, i et fos veritat.
Amor particular - Lluis Llach
Dice el Marca en su edición de hoy algo así como que nuestra selección de baloncesto ha perdido pero ha ganado. Pues no señor mío. No es verdad.
Yo no he podido seguir todo el Eurobasket a mi pesar, porque no logro sintonizar la Sexta y la gente de esta cadena pasa muy deportivamente siquiera de contestarme el mail que envíe pidiendo algún tipo de información. Y eso que la dirección la ponen muy grande y muy en negrita para que les escribamos. Serán mails más que nada para archivo. O por si los pide la FIA de las televisiones si la hay, que va haciendo falta para poner paz en el altercado de Mediapro y Sogecable. Incluso aunque fuera tan chapucera como la Federación Internacional de Automovilismo, que por tener las manos atadas y por no cargarse el espectáculo se conformó nada más con tocar el bolsillo y en anular los puntos de los constructores que debían ser lo más importante y que por lo visto no importan a nadie en absoluto.
Yo solamente pude seguir la semifinal contra Grecia y la final contra los rusos. Y lo hice por Internet que en la práctica supone verlo con la misma claridad con la que se atiende por teléfono a un tartamudo. Pero me sirvió al menos como esbozo para darme cuenta de lo tendenciosa que es la prensa siempre, pues algunos observan el resultado como un triunfo porque según dicen sirvió para que los valientes jugadores de la elástica nacional se ganaran el corazón de este país. Vaya tontería más grande.
La verdad es que los nuestros con todo lo buenos que son, perdieron, no ganaron. Quedaron segundos porque no fueron capaces de ganar a una selección muy inferior. No perdieron pero ganaron, perdieron a secas.
Rusia era inferior simplemente porque los nuestros eran mejor de la A la Z, en todo. Pero ocurre, que les dio una pájara a lo Chava Jimenez. Que era un ciclista que siempre contaba para ganar aunque nunca ganara nada. En su caso el pasado no importaba, estaba en las quinielas del éxito en cada carrera para ir en ellas de pájara en pájara, quizá porque era de los pocos que no se dopaba...
Pero ¿qué le ocurrió a la selección entonces? Que les pesaba el balón a casi todos como si estuvieran lanzando sandías contra el aro. Yo no sé si el cansancio les venía de jugar tan de seguido, o si les dio una parálisis física que les impedía hasta correr con normalidad, de verdad que durante el encuentro hubo varios momentos en que pensé que más de uno estaba simplemente enfermo, aquellas caras extenuadas, Gasol particularmente estaba a punto de desencuaderno. Y con aquella barba tan poco vistosa. Lo cierto es que los hermanos Gasol han puesto esa moda de barba poco cuidada, y era verlos en los tiempos muertos junto a Navarro y al propio Pepu Hernández y se le venía a uno a la mente los hospicios en los que pernoctan los vagabundos de las películas.
Con franqueza creo que a los nuestros les pudo la presión. Y la presión la sintieron a nivel mental más que físico aunque se tradujera en aquellos rostros contraídos y febriles. Se sabían mejores que Rusia, pero de repente hacer una canasta se convirtió en un imposible. Más de uno debió pensar que para qué tirar sin creer que aquello va a entrar. Es llamativo el caso de Navarro, por el que tengo que confesar que no siento la más mínima simpatía, que siempre me pareció un tragón dispuesto a lanzar hasta las manos, y con ese lanzamiento suyo tan falto de estética, sus célebres bombas. Ayer Navarro desapareció por falta de confianza. Les faltó a todos salvo quizá a Garbajosa que tiene más carácter que el resto juntos y a Calderón que ha crecido mucho como jugador.
El equipo se cortocircuitó en ataque y en defensa. Y a pesar de que el baloncesto tiene mucho de partida de ajedrez, la estrategia es fundamental siempre, nosotros tuvimos ayer un seleccionador tan fundido mentalmente como los propios jugadores. Incapaz de encontrar una solución que no fuera dejarse llevar por si apareciera la inspiración. Por si de súbito la cosa cambia a mejor sin ton ni son. Y lo más curioso es que ese "no hacer nada" ya lo había practicado también en las semifinales, pero entonces vinieron bien dadas. Se alcanzó un final feliz al que no había que buscar explicación, pero esas soluciones que son lanzar una moneda al aire por azarosas son insuficientes. No basta confiar en que por ser mejores despegaremos tarde o temprano.
Las manos se convirtieron en mantequilla al sol. Las transiciones un pasatiempo sin convicción. España perdió porque dejó de creer en el triunfo, porque no tuvo al líder que se carga al equipo en la espalda en los momentos de zozobra. Todos esperaban que llegara otro al rescate, quizá lo esperaron de Gasol, pero Gasol no está cómodo con tanta responsabilidad. Después de todo es muy bueno,
pero no Michael Jordan.
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