viernes, 18 de diciembre de 2020

Está noche el Euromillón tiene un miserable bote de 30 millones. No sé ni como hablo de ello. Por tan poco no salgo de la cama. Para mañana la Primitiva a cambio maneja uno de 22 millones, que parece mejor porque la apuesta cuesta menos de la mitad y no compites con los ciudadanos de toda Europa, muchos de los cuáles se han mostrado en los muchos sorteos a nuestras espaldas más afortunados que yo.

He decidido que si me toca me voy a comprar uno o dos coches eléctricos. Está decisión, creo, lo cambia todo. Hasta ahora jugaba sin un propósito claro, sí hacerme rico, pero sin otro horizonte ante los ojos. El hecho de que ahora quiera el dinero para algo concreto, más tangible por ejemplo que conseguir la paz mundial, debiera perfeccionar mi posición ante el sorteo y ponerme el foco de la suerte que sirve para algo. Le he encontrado por fin un propósito, un afán para que el propio sorteo cumpla su fin último, proporcionar cosas.

No hay comentarios: