miércoles, 16 de diciembre de 2020

Los Uni somos una larga estirpe de negociadores audaces. Entre nuestras cosas se cuenta un poco de todo. Lo que se te ocurra lo tenemos o lo hemos tenido. Inmuebles, un montón. Gasolineras, las más grandes y con pan recién hecho... Nuestra fortuna, y no hablo de suerte sino de dinero se remonta a los tiempos del abuelo de mi abuelo, desde él hacía acá el dinero por castigo.

Yo llevo una vida sencilla porque no quiero ser secuestrado ni extorsionado por infelices que no se contentan con lo que tienen, no tengo grandes coches por no desprestigiar a mis vecinos, y si hablo de tanto en tanto del Euromillón es porque la ambición que está en el ADN de los Uni me hace siempre desear todavía más. Que no cabe? Los ponemos más juntos.

Como no soy ajeno a los dimes y diretes, ni impermeable a las noticias del mundo, he leído que los Mazepin y los Stroll se las tienen tiesas en los tribunales por la compra de Force India. Ambos querían la escudería de F1 para sentar en un asiento a sus vástagos. Hacen bien en mirar por ellos.

Yo he estado pensando también en dar un futuro de gloria deportiva a Pablo. Me acordé primero de los equipos de fútbol, que es un clásico para comprar desde que repararon en ellos los jeques del petróleo, pero con dos años Pablo tiene todavía las piernitas muy cortas y no iba a ser lo suficientemente rápido corriendo como para que se fuera de sus rivales, a no ser que yo pagué expresamente por ello. Y de rematar de cabeza los córner hay muy pocas posibilidades fuera de un balón suelto que no despejara ninguna de las piernas de los rivales. Cierto que Messi no es mucho más alto, pero yo creo que al menos le lleva una cabeza... Pensé en ponerlo de portero, pero si se la tiran alta va a ser gol seguro... 

No voy a gastar, obviamente, un montón de millones en comprar algo que termine disgustando a mi niño, así que tengo que poner el foco en otra cosa.

En la Fórmula Uno, por ejemplo. A Pablo le encanta ir en su triciclo, aunque la mayor parte del tiempo soy yo quien le empuja, también si compro un equipo, de un modo figurado, le estaré empujando. No le tiene miedo a las cuestas, y cuando coge la moto roja de plástico es realmente rápido.

Habrá que subirle los pedales para que llegue, y tendrán que hacer más altos los tres escalones del podio en la entrega de trofeos. Pero solamente por escucharle hablar con los ingenieros por la radio habrá merecido la pena. 

A ver qué pide Ferrari, que está en horas bajas.

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