miércoles, 5 de enero de 2022

"Alguien está nadando en la piscina, esta noche. Hay alguien que se desliza por el agua nocturna. A lo mejor soy yo, acostumbrado ya a verme desde otra parte, sobre todo cuando no me veo, como ahora, en la tiniebla, que es una perfumada estadística de dondiegos.

  Alguien cruza en el agua, como otras noches de verano, un cuerpo de mujer, seguramente, ya que yo estoy en demasiados sitios de la casa como para estar, además, en la piscina. Un cuerpo de mujer, no sé si tuyo o de otra, de las pocas mujeres que han surcado estas aguas, la doble oscuridad de agua y de noche, el repetido oleaje de tiniebla y agua. Por el rumor se sabe si es hombre o es mujer el que se baña. Los hombres yo diría que combaten, combatimos con el gigante de agua. La mujer se desliza entre dos aguas, ejercita todo lo que hay en ella, todavía, de anfibio, y no inquieta los fondos de la noche del agua.

  ¿Agosto, niña Agosto, que venía por ahora? ¿Alguna bella amiga? ¿O tú misma quizá, de brazada muy tenue? Estoy aquí sentado, entre palmeras horizontales y amenazas nocturnas, bebiendo este licor que la noche destila, y oigo como una alberca de mujer, una mujer de agua en la piscina. Por el rumor pueden deducirse los movimientos, y por los movimientos puede deducirse que es un solo cuerpo, una sola persona la que transita el agua entre julio y agosto. Me gustaría ser yo, como soy otras veces, y descubro de pronto que prefiero no saber quién es, aunque lo sepa."

Carta a mi mujer - Francisco Umbral

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